Seculina, detalla Schnabel, es una joven bruja que «cuestiona los valores de su burbuja mediante aventuras que transmiten el mensaje de que está bien ser diferente». «Es una defensa de la singularidad y la tolerancia, a la vez que pretende trabajar el pensamiento crítico que echo en falta en los más pequeños. También me he dado cuenta, como madre, de que a menudo no dejamos que los niños tomen decisiones por sí mismos. Obviamente tenemos que guiarlos, pero también debemos preguntarles cómo ven las cosas, permitiendo que puedan pensar de forma diferente a nosotros», razona la autora.
Y es que Seculina no quiere ser una bruja como su familia y sus amigos, no quiere preparar pociones mágicas o aprender a leer el futuro a través de la bola de cristal, sino tocar la guitarra y ser una estrella del rock. «Es un personaje que habla de la curiosidad y la búsqueda de uno mismo a través canales y disciplinas como el arte, en su caso la música. Esa curiosidad la convierten en un personaje transgresor y revolucionario porque estas inquietudes no abundan en los jóvenes de hoy en día», remarca Pinya. En este sentido, el artista reconoce que «me preocupan las generaciones de jóvenes que ya forman parte de lo que conocemos como generación de cristal porque son frágiles, se basan en el bienestar total y se centran en los resultados sin tener en cuenta el esfuerzo del proceso». Así las cosas, «muchos podemos vernos reflejados en este ser inquieto que persigue su propia voz y camino enfrentándose a los convencionalismos sociales que la rodean».
«La valentía, la empatía, la confianza y la seguridad que demuestra en sí misma a lo largo de la historia dan como resultado un relato en el que jóvenes y mayores encontrarán indicios de un resplandeciente y necesario optimismo, donde el amor es reivindicado como herramienta fundamental para crecer como individuos y como sociedad en este contexto distópico y postapocalíptico en el que habitamos».
Todas estas cuestiones se abordan con las ilustraciones de Pinya, siguiendo un proceso «cien por cien analógico», con lápices de colores, en las que despliega su universo pop tan característico, con «referencias adolescentes» que abrazan desde animes japoneses como Los caballeros del zodiaco, Los Simpsons o las más recientes Hora de aventuras y The Midnight Gospel. Referencias que, por otra parte, conviven con criaturas de la cultura popular catalana, como los minairons, la Molsosa o la Simanya.
Proyectos
Por otra parte, este viernes a las 19.00 horas Pinya inaugura en el Museu del Calçat i de la Indústria d’Inca Alfabet Lottusse, fruto de la colaboración con esta icónica marca de calzado Lottusse, fundada en Inca en 1877. La exposición, que se podrá visitar hasta el 20 de abril, recoge el proceso de trabajo que ha durado dos años y que ha generado «un cuerpo expositivo que incluye pruebas, documentación y demás material interesante de exhibir, de mostrar las entrañas y vísceras del proyecto más allá del resultado». Ahora, avanza, está trabajando en un catálogo de la exposición que incluirá textos de David Barro, director de Es Baluard; Pilar Rubí, gestora y comisaria de arte y Aina Ferrero, entonces directora del Museu del Calçat cuando empezó el proyecto. Asimismo, hace unos días se inauguró en Italia, en el Museo d’Arte Moderna Mario Rimoldi de Cortina d’Ampezz, la colectiva Neo Pop: Metamorfosis perenne de un mito, en la que también participa.
De cara al año que viene, en mayo inaugurará en la galería madrileña Gärna lo que será su primera individual en la capital después de doce años. Asimismo, el artista sigue investigando sobre la poesía de las Pitiüses, un proyecto que empezó hace cinco años con Nova Editorial Moll. No tan lejos quedará la publicación del tercer monográfico con Adia Edicions, tras Agropower (2017) y Muladar (2020).
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