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El sector quinario se puede definir como una economía cultural, intangible, del conocimiento, emocional y transversal. Su abanico abarca desde la educación, la cultura, el arte y el entretenimiento, hasta la sanidad y los servicios sociales, así como aquellas actividades encaminadas a dar respuesta a las necesidades relacionadas con la mejora de la calidad de vida, el medioambiente y la cultura.

Además de la contribución directa del quinario al PIB y la creación de ocupación, se añade la convicción de que el bienestar de los ciudadanos depende de la disposición de calificados servicios de sanidad, sociales, educativos, culturales, de entretenimiento y recreación.

Para el caso concreto de Menorca, de forma adicional, el quinario posibilita fomentar un modelo económico con perspectivas de sostenibilidad en el largo plazo, articulado entorno al conocimiento, la creatividad, el talento, la educación y los servicios sanitarios y asistenciales, con evidentes efectos positivos sobre la sociedad y la economía insular. En efecto, empoderar la innovación y la investigación son cuestiones vitales para el progreso económico y social de Menorca. En consecuencia, la necesidad del desarrollo del quinario no se justifica, de manera única, en términos puramente económicos sino que constituye una verdadera necesidad laboral y social.

Asimismo, la importancia del quinario para Menorca es aún de mayor envergadura, puesto que presenta profundas potenciales sinergias con la industria turística. Esto es así porque las actividades culturales manifiestan una fuerte vinculación con la actividad turística, dado que el incremento de los flujos turísticos futuros requiere incentivar el turismo creativo y cultural, mediante la oferta de paisaje, territorio, recursos naturales y cultura. Todos estos factores, correctamente impelidos, contribuirían a la desestacionalización. En este sentido, reducir la estacionalidad debe significar una distribución temporal equitativa y equilibrada de la actividad turística.

Al respecto, las posibilidades del quinario abarcan desde el turismo relacionado con la naturaleza –senderismo, turismo rural, agroturismo, actividades ecuestres…– hasta el vinculado con el deporte y la aventura –espeleología, buceo, kayak de mar, inmersión ligera, vela, cicloturismo…–, así como el turismo náutico, el cultural, el relacionado con la salud, el etnológico y el gastronómico. Su trascendencia es capital: constituyen nichos de mercado con elevado potencial desestacionalizador, a la par que coadyuvan en la configuración de un modelo turístico sostenible y diversificado, que se fomenta en una concepción más amplia e integradora de la industria turística –en la que participan pluralidad de activos y sectores interrelacionados– y cuyos beneficios sociales se optimizan.

Es evidente que Menorca atesora grandes riquezas en todos los ámbitos anteriormente descritos, que deben instituirse como auténtica ventaja competitiva, a través del desarrollo de sinergias intersectoriales que germinen en un destino turístico genuino y diferenciado, posicionado, de forma inequívoca, en el marco internacional y que contribuya al bienestar social, toda vez que sea compatible con la conservación del entorno natural y el avance económico y empresarial.

El desarrollo de todas estas consideraciones puede consultarse, de forma más extensa, en “El model turístic menorquí: mite o realitat (1960-2015)”.