Estados Unidos ha declarado la guerra al terrorismo y a Osama Ben
Laden, pero se trata de enemigos en abstractos y ocultos a los que
no podrá presentar batalla a la manera clásica ni vencer con una
operación militar aérea limitada. Por eso, el presidente
estadounidense, George W. Bush, apela a la unidad de la comunidad
internacional y ha encargado a su secretario de Estado, Colin
Powell, que forme una coalición global y firme que pueda hacer
frente a ese grave problema mundial.
Esta coalición, como señaló ayer Washington, actuará durante
«varios años» y se dirigirá a cualquier país del mundo que sea
santuario del terroristas. Nos hallamos pues, ante un cambio
histórico en lo que se entiende una guerra: actuar cuando sea y
como sea (con Ejército, comandos especiales, 'raid' aéreo y, por
qué no, sabotajes o usando la misma arma del atentado).
Bush ya ha recibido el unánime apoyo de los aliados de la OTAN
Israel, India y Australia, entre otros. También ha logrado apoyos
más difíciles como el de Rusia y algunas de las ex repúblicas
soviéticas, de los países árabes moderados y del que puede ser más
importante de todos: Pakistán.
En este sentido, las autoridades argelinas afirmaron ayer que se
necesitaba una «operación universal organizada» contra el
terrorismo. «Los trágicos atentados en EE UU ponen de relieve la
urgente e imperiosa necesidad de una acción universal organizada en
el marco de una estrategia concertada y conforme a los compromisos
internacionales logrados bajo Naciones Unidas».
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