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No es fácil viajar en ferrocarril por Cuba. Es la cuarta vez que lo intentamos, pero en vano. Si durante el llamado Periodo Especia la falta de combustible era la causa de que los trenes cubanos no pudieran cumplir con sus horarios, ni realizar por completo todos sus trayectos, en especial los más largos, ahora el problema del ferrocarril para un turista con prisas es que sale de la estación de La Habana por las tardes y no regresa hasta el día siguiente. Aparte, conseguir el boleto es complicado. Primero has de hacer una cola para reservarlo; luego, otra, dos horas antes de salir, para confirmarlo, y por último, ponerte a la cola para entrar en el vagón que te han asignado. Un lío y un montón de tiempo perdido.

Todo eso lo sabemos gracias a Lorena, una joven estudiante que encontramos en la estación, que nos dijo que reside en Camagüey y que quiere ser médico. Tomándonos una Tu Cola -la Coca Cola cubana- comenta que aunque la vida no es fácil en Cuba, lo llevan bien gracias a saber resolver, algo imprescindible para sobrevivir. «Cuando no me basta, me ayudan mis padres, y cuando no les basta a ellos, los ayudo yo». En cuanto a Castro, «está bien, volverá pronto».

Sólo puedes hacer un ida y vuelta el mismo día desde la estación de Casa Blanca, cruzando la bahía en el barco del pesito, llamado así porque el boleto cuesta un peso. Es un viaje hasta Matanzas. Dos horas para ir y otras tantas para regresar. Tampoco tienes problemas para conseguir el billete.

Regresando del Meliá Habana en taxi, el taxista despotrica de la situación que atraviesa el país. «Por eso quiero emigrar, ya que Castro está acabado. Con él, Cuba no tiene salida. ¿Qué por qué sigo aquí? Porque mi mujer, que es anestesista, tiene que estar trabajando cinco años en Cuba pagando así sus estudios. Pero cuando se libere nos iremos a Oviedo. Allí un médico gana seis mil euros al mes, y yo, como abogado que soy, me podré buscar la vida mejor que aquí, que, ya ve, tengo que hacer de taxista».

Por su parte, Reinaldo, otro taxista que nos lleva desde la iglesia de Santa Rita al centro de La Habana, nos confiesa que «aquí, quien mas quien menos, se defiende. Yo soy mecánico pero en el tiempo libre convierto mi coche en taxi y hago viajes». De mecánico gana 400 pesos cubanos al mes (20 dólares), y por nuestro viaje vamos a pagarle 25 euros, más de lo que gane en un mes. «No sé lo que pensarán otros, pero yo estoy bien en Cuba. Resolviendo un poco se puede vivir. Además, si cambias puedes perder el médico y la enseñanza, que son gratis».