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Las bolsas europeas sufrieron ayer una auténtica convulsión y la española registraba en el Ibex 35 unas pérdidas del 7'54 por ciento al cierre de la sesión. Wall Street no abría ayer al ser festivo en los Estados Unidos, país detonante de la crisis bursátil ya que, según los expertos, las medidas anunciadas por el presidente George Bush para hacer frente una posible recesión son consideradas insuficientes.

Es un hecho contrastado que la crisis hipotecaria norteamericana, el constante incremento de los tipos de interés y el alza constante de los precios del petróleo han afectado a todas las economías occidentales, pero los mercados bursátiles parecían funcionar a otro ritmo, sin verse afectados por los vaivenes que sí afectaban de forma notable a los ciudadanos en la microeconomía cotidiana.

No eran pocas las voces que hablaban de que, más pronto que tarde, se produciría una corrección en los mercados que iba a ser notable. Y ayer, desafortunadamente, los peores presagios se hicieron reales y se produjo un auténtico 'lunes negro' con pérdidas en todos los parqués europeos, influidos ya por las caídas en Asia.

No existen recetas milagrosas y es preciso que las autoridades monetarias sopesen cuáles deben ser las medidas que deben adoptar para evitar entrar en mayores problemas. Igual que es preciso que, desde la serenidad, los Gobiernos hagan frente, en la medida de sus posibilidades, a medidas estructurales que sirvan para oxigenar la economía. No sería bueno que se adoptaran actitudes pasivas en espera de mejores tiempos. Y menos aún cuando las evidencias apuntan a que es preciso transmitir confianza y seguridad a al sociedad para no caer con estrépito en una indeseable recesión.