Pedro Horrach, en la plaza de los Patines, de Palma, ante la sede de la Fiscalía de Balears. | Pere Bota

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Pedro Horrach Arrom dejará la Fiscalía el 30 de abril. El retraso en la sentencia del caso que le lanzó a la fama ha forzado un cambio de planes. «Me había hecho a la idea de salir el 1 de enero», dice. Sin embargo, asume el acuerdo alcanzado con el fiscal general del Estado. «Nos beneficia a ambos».

¿Cómo valora lo que está tardando el tribunal en dictar sentencia?
Cada tribunal y cada juicio son distintos y tienen sus propias peculiaridades. Depende de la complejidad del asunto, de las partes y, en algunas ocasiones, de las relaciones entre los distintos miembros del tribunal. En este caso, si el tribunal ha considerado que necesita un plazo mayor, no tiene que sorprender.

Si no hubiera aparecido la Infanta en ‘Nóos’, ¿seguiría como fiscal?
La decisión estaba tomada y es independiente de ‘Nóos’, pero es indudable que mis proyectos se han visto alterados a raíz de este caso, fundamentalmente debido a las críticas constantes, y desde mi punto de vista injustas, a las que me he visto sometido.

¿Asumió un protagonismo excesivo? En otros casos se habla de la Fiscalía, aquí era ‘el fiscal Horrach’.
El hecho de la presencia de personas vinculadas a la Casa Real ya es en sí mismo trascendente, pero independientemente de este extremo, los fiscales ejercemos nuestra labor de forma individual. Y yo no me voy a esconder por ejercer mi trabajo, solo faltaría.

¿Qué va a hacer a partir del 1 de mayo?
Tengo el proyecto de montar un despacho de abogados dedicado a derecho penal económico y tributario. Un proyecto que me hace ilusión.

¿Podrá dedicarse a casos de corrupción?
Todas las causas en las que he intervenido tengo incompatibilidad absoluta. Y por ética tampoco podré actuar en otras que llevan compañeros y respecto de las cuales me han hecho algún comentario. En las demás, nada lo excluye.

¿Y si le toca un asunto en Instrucción 3, el Juzgado de José Castro?
(Ríe). Como la relación con el señor Castro aunque lejana es civilizada, no creo que haya problema alguno en poder llevarlo.

¿Qué balance hace de sus diez años en Anticorrupción?
Como he dicho otras veces estoy satisfecho con la labor desarrollada porque considero que el trabajo de la Fiscalía ha servido como instrumento preventivo de futuras conductas corruptas. Además de ayudar a que la ciudadanía perciba algunas conductas corruptas que han impregnado el sistema.

Surgen pocos casos nuevos...
Este último año, el nivel de denuncias y de casos ha bajado. Los casos que se dan son más aislados. Creo que la corrupción sistemática ha quedado muy reducida.

¿Por qué se acumularon tantos casos en Mallorca?
No creo que Mallorca fuera especial con relación a otras comunidades. El propio sistema favorecía la corrupción. Una corrupción que pasaba desapercibida y en la que se abrió brecha porque intervinimos desde la Fiscalía desde otra perspectiva.

El uso de conformidades y de delatores ha sido criticado.
Así es. Hasta la Unión Europea promueve la adopción de una directiva para regular ambos temas. Personalmente considero que es uno de los métodos más eficaces para perseguir la corrupción.

¿Eran necesarias las operaciones con detenciones?
Nosotros trabajamos con indicios. Intentamos acumular todos los indicios posibles para minimizar la posibilidad de equivocarnos. Pero esta posibilidad existe. La actuación tiene que ser conjunta y abarcar a todas las personas vinculadas o relacionadas con el tema objeto de investigación. El riesgo de fugas de información es muy alto, lo que nos obliga a adoptar medidas personales

También se ha cuestionado la dureza de algunas condenas.
Las penas están dentro del marco legal. Ni nosotros ni los jueces podemos sustraernos de ese margen. Es verdad que la comparación entre determinados hechos delictivos y la pena que llevan aparejada puede parecer desproporcionada. Y digo puede porque la corrupción supone una violación flagrante de los principios básicos. Las penas aparejadas a los delitos de corrupción realmente no son tan graves como aparentan estas condenas. Es la acumulación de delitos la que lleva a penas tan graves.

¿Ha sido Matas el personaje más difícil de investigar?
Sí. Primero era president del Govern, con lo cual no era órgano de contratación. No aparece en ningún expediente. Para llegar a probar que cometió un hecho delictivo hay que acumular muchos indicios. Por otra parte, es inteligente, con gran capacidad y para mí ha sido la persona, en cuanto a interrogatorios, más compleja.

¿Se ha podido demostrar todo lo que se sospechaba sobre él?
No, ni nunca se va a poder.

No se ha podido encontrar el delito que financió el palacete.
No. Así es. Este es el grave problema, no porque no hayamos puesto todos los medios a nuestro alcance para investigar, sino por un problema legal. En España, el incremento patrimonial no justificado no es delictivo. A diferencia de otros países europeos, en los que sí. Este déficit legal hace que en casos como éstos tengamos que poner nuestro esfuerzo en el origen delictivo del dinero y, a veces, la investigación no puede llegar más allá.

¿Es posible un pacto con Matas?
Sí, hasta un segundo antes de iniciarse un juicio. Nunca he entendido las críticas a las conformidades, son muy habituales, se patrocinan y la Fiscalía ha dictado una o dos instrucciones para impulsarlas. Lo que no se puede es patrocinarlas para el que roba gallinas y denegarlas para cargos políticos.