Francina Armengol. | Javier Coll

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Está claro. Hace falta un puente más grande que el de Son Espases para lograr un entendimiento Pedro-Patxi antes del día 21. A eso lo ve hasta el pomo de la puerta de la sede del PSIB, en la calle Miracle. Francina apostó por Patxi por sentido institucional, para mantenerse en una postura de equilibrio. Lo hizo cuando parecía que la sultana andaluza iba a arrasar en las primarias y Pedro parecía un cadáver. Pero ahora resulta que Sánchez es el Ave Fénix, que las bases han perdido el miedo al aparato y que Pedro puede ganar. En Balears es una evidencia. Mas para que eso sea realmente posible y el PSOE no acabe despedazado, hace falta un pacto de cúpula: el abrazo Pedro-Patxi y la bendición de este último para que Sánchez sea el secretario general. Y ahí entra Francina.

Un Sánchez eufórico emplazó a Patxi a unir fuerzas. Pero lo hizo en un acto público, cara a la gente. No llamó al líder vasco para negociar. Sánchez no dialogó, sino que emplazó, al más puro estilo leninista. Naturalmente, forzó a López a rechazar la oferta. Es lo que buscaba. Porque muchos avalistas de López, con este emplazamiento, de manera consciente o inconsciente, se sintieron sanchistas (en Balears fueron casi todos, por no decir todos). Para Pedro, Patxi no es una prioridad, lo que de verdad quiere es a los patxistas.
Con este emplazamiento (medido, pesado y meditado) Pedro se sintió como Lenin en Petrogrado el 3 de abril de 1917, a su regreso de diez años de exilio, cuando al bajar del tren en la estación de Finlandia miró a aquel enorme puñado de desesperados, harapientos y hambrientos que le aguardaban, se subió a una tanqueta y no les habló ni de conseguir comida, ni de atender a los enfermos, ni de abrigar a los desvalidos. Simplemente, les trató como a valientes hechos y derechos, con las botas agujereadas pero con el pecho ardiente. Les miró fijamente y les dijo:«Queridos camaradas: obreros, campesinos, soldados y marineros: sois la vanguardia de la revolución mundial». Esa es la clave de la psicología de masas: es líder quien se erige como tal en una situación límite y trata y se dirige a los que le aguardan no como lo que son, sino como lo que aspiran a ser. Es líder quien se transforma en sueño porque sabe que tal sueño, para ser sublime y mover a multitudes, debe ser la encarnación visible de miles y miles de sueños. Con el supuesto martirologio de Sánchez ha nacido un nuevo líder, porque la clave es entender que lo que sienten las bases del PSOE es sed de líder.
Obviamente (y menos mal) ha pasado un siglo desde aquello. El bolchevismo y el antibolchevismo son pasado de bisabuelos. La democracia parlamentaria ha triunfado en todos los países avanzados y en sus partidos polítiicos. Pero el proceso de generación de líderes entre la especie humana es semejante en el fondo al de los tiempos de Héctor y Aquiles, es un guiño a la inmortalidad aunque se perezca en el empeño. Y en una nación tan milagrera como la española conmover la válvula mitral engancha, y más en una realidad tan prosaica como la actual.
Si Francina lo entiende, se le acercan unos días en que puede actuar con habilidad e inteligencia. Puede imprimir su sello en la política española actual. Si sabe ejercer de puente entre Pedro y Patxi habrá decidido el futuro del PSOE. El susanismo se retirará a sus cábilas andaluzas y extremeñas, mantendrá posiciones y aceptará la evidencia. Más que con emplazamientos leninistas (dejemos esta técnica de hace un siglo para Pablo Iglesias) Francina puede jugar un papel de entendimiento. La apoya el grueso del PSIB y puede incrementar su papel en el conjunto de España. Francina debe subirse, pronto, a la tanqueta y enhebrar este diálogo. Así lo ven no pocos de los que la rodean. Así se lo han insinuado algunos. Eso, o van a correr el riesgo de que el PSOE se rompa en pedazos, pase lo que pase.