La afectada, en el momento de abrir la puerta a los funcionarios que debían notificar la orden de desahucio | M. À. Cañellas

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A las 12.29 horas sonó el timbre de la puerta, la llamada que Carolina nunca quiso escuchar. Eran los miembros de la comisión judicial con la orden de desahucio en la mano. Para esta viuda han acabado dieciséis años de residencia en su casa del Molinar después de que la entidad bancaria a la que debe 90.000 euros sacara su casa a subasta y la vendiera por 130.000 euros.

No obstante, tras saber que de momento Carolina no tiene una vivienda alternativa ni ha podido sacar todas sus cosas, la comisión decidió darle una semana de margen y regresarán el próximo lunes, esta vez ya para ejecutar el desahucio.

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«Es un tema muy doloroso y muy injusto», lamentó Carolina, aunque se mostró «agradecida a las personas del juzgado por aplazar una semana el desahucio lo que me dará tiempo para sacar mis cosas y quizá encontrar un lugar».

Tras quedarse viuda, esta mujer no pudo hacer frente sola a una hipoteca de 800 euros mensuales y «llegó un momento en que era pagar o comer», aseguró.

Durante este duro trago, Carolina estuvo acompañada por la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) de Mallorca. La afectada se mostró indignada al recordar «la falta de sensibilidad» del banco.