El bar Bosch es un clásico de Palma. | Teresa Ayuga

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El bar Bosch puede presumir de ser uno de los puntos de encuentro de Palma. Su fecha de apertura se remonta a 1936, cuando Jaume Bosch Coves decidió abrirlo; antes había una tienda de textiles. Entonces, el centro de Palma eran la Porta de Sant Antoni y la Via Sindicat, no la plaza de las Tortugas. Poco después de abrir el bar, estalló la Guerra Civil, pero el Bosch no cerró.

Hace unos 40 años, Onofre Flexas y Joan Suau compraron el bar Bosch; y 15 años después Flexas se quedó con todo el negocio.

El hijo de Flexas y actual gerente, Onofre Flexas, cuenta que desde entonces han ido cerrando todos los bares emblemáticos de la zona, como el bar Miami y el bar Formentor. Sin embargo, ellos nunca se han planteado cerrar el bar Bosch. «Hemos intentado crecer y modernizarnos sin perder la esencia. El bar Bosch es el punto de encuentro en el centro de Palma», explica.

Desde sus orígenes, han ofrecido a sus clientes sus característicos llonguets. «Hemos tenido épocas en las que era muy difícil encontrar a alguien que nos los hiciera, ya que los llonguets se hacen uno a uno a mano». En el Bosch, los llonguets son conocidos como ‘llagostas’ porque un camarero los llamaba así.

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Onofre confiesa que uno de los secretos de su éxito es intentar mantener siempre al mismo personal porque «facilita mucho el trato con los clientes»; destaca que tienen tres generaciones entre su clientela. «El bar Bosch es un nexo de unión de muchas familias. Este aspecto sentimental hace que cuides muchos valores». Además, subraya que conviven residentes con turistas, debido a que «el comercio ha crecido mucho en la zona y arrastra a los turistas, pero también intentamos cuidar a nuestros clientes de toda la vida».

Una parte del bar Bosch la han decorado con litografías del libro de firmas, entre las que destacan las de Joan Miró, Miquel Barceló, Joaquín Sabina, Miquel Àngel Nadal… «Se trata de personas relacionadas con la cultura y el deporte que tienen una vinculación con Palma», señala. Respecto a sus clientes ilustres, el gerente recuerda que los artistas del Teatro Principal siempre se paraban a tomar una ‘llagosta’. La Familia Real también está entre su clientela y destaca que «Miró venía todas las tardes a tomar café con leche». Sin embargo, insiste en que dan el mismo trato a todos los clientes, sean conocidos o no.

Aunque ha recibido ofertas para alquilar el bar para grabar series o anuncios, las han rechazado porque quieren que sus clientes de toda la vida puedan ir a su bar cada día; solo cierran en Navidad y Año Nuevo. «La clientela habitual es como de la familia» y no quieren impedir las tertulias. También se conserva casi todo el mobiliario. Como anécdota cuenta que hace cuatro años fue una clienta danesa y les regaló una foto de ella en el bar Bosch en los años 60; ahora la utilizan como imagen del bar.

No quieren perder su esencia, pero se han adaptado a las nuevas tecnologías y cuidan las redes sociales.