Imagen de la concentración de este lunes. | Jaume Morey

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Más de medio centenar de personas se concentraron ayer a las seis de la tarde en la Plaça d’Espanya para reclamar vivienda digna y asequible. Los gritos de protesta iban especialmente dirigidos al Govern balear, ya que advirtieron que el conseller de Habitatge, José Luis Mateo, «nos está mintiendo a la cara».

La portavoz de la Plataforma d’Afectats per la Hipoteca de Mallorca (PAH), Àngela Pons, aseguró que «el plan del alquiler del Govern deja alquileres a 900 euros y añade una ayuda que pagamos todos directos al casero. Queremos denunciar a los especuladores insolidarios». Pons también reclamó a la Iglesia que ceda solares para construir vivienda y aseguró que «no podemos esperar a un plan de vivienda social porque tarda demasiado».

En la plaza se congregaron diversas personas afectadas por la situación de la vivienda, como es el caso de Josep Vidal, de 83 años, y su madre, Juana Martina, de 100 años recién cumplidos, que están a un paso de acabar en la calle. «Vivimos en casa de mi sobrino, que ha tenido que poner a la venta su vivienda porque su padre está enfermo y quiere ir a Madrid a cuidarle. Nosotros cobramos una pensión no contributiva de 480 euros cada uno», cuenta Vidal. La opción de alquilar una habitación les resulta imposible. «Esperamos al Ibavi, aunque el Ajuntament de Palma ya nos ha dicho que no hay ninguna opción», se lamentan. A cada día que pasa, ven más cercana la posibilidad de dormir en la calle.

Entre los asistentes también había otras personas que se encuentran en una situación crítica por las dificultades de acceder a una vivienda asequible. Enrique tiene 21 años y acudió a sujetar la pancarta porque «el casero nos va a echar a mi madre y a mí, que pagamos 700 euros de alquiler en el Pont d’Inca». Por mucho que buscan, no encuentran ninguna opción.

O Sandra, una madre con tres niños, que ahora mismo vive en un centro de acogida de familias en Son Fusteret. «He trabajado este verano como camarera de un restaurante en el Port d’Alcudia, hablo cuatro idiomas, pero no he sido capaz de encontrar una vivienda. No es un problema de falta de empleo. Las viviendas son carísimas en la costa o solo permiten alquilar a corto plazo», cuenta. Le han ofrecido trabajo como agente inmobiliario «para convencer a los dueños de los pisos que hagan alquileres de temporada, pero no es ético», reconoce​​​​ porque «provoco el mismo problema que estoy sufriendo ahora mismo».