La noche del lunes fue de infarto político y de reuniones y mensajes a varias bandas y con distintos protagonistas, pero el desenlace que se vio en el pleno de ayer, esa alianza entre el PP y la izquierda, comenzó a gestarse en la reunión del domingo en una pastelería de Campos. Marga Prohens reunió al partido no para hablar de elecciones anticipadas, sino para conseguir su autorización para pactar con la izquierda desde los presupuestos a la derogación de la ley de memoria.
El objetivo básico de la presidenta era salvar a toda costa el decreto de simplificación administrativa y eliminar las barbaridades introducidas por error a instancias de Vox.De las elecciones hablaron los alcaldes cuando tuvieron el turno de palabra. Están hartos de que los votantes les paren por las calles de sus pueblos para pedirles que no cedan más ante Vox, pero lo que Prohens quería era plantearles la posibilidad de negociar con la izquierda. Y el poder municipal avaló a Prohens para que haga lo que considere conveniente.
La urgencia de la convocatoria, esa reunión precipitada en pleno domingo de puente, tenía un motivo porque este pasado martes había que votar en el Parlament con Vox o contra Vox. Tras el aval de su partido, la presidenta comenzó a mover esa misma noche a sus colaboradores más directos. De hecho, los movimientos comenzaron poco después de que Ultima Hora diera detalles, ese mismo domingo, de un encuentro que tenía que haber sido secreto.
Las reuniones, conversaciones telefónicas e intercambio de mensajes de whatsapp se intensificaron el lunes durante todo el día y Lluís Apesteguia ya dio pistas por la mañana cuando, en la rueda de prensa de los portavoces, anunció su disposición a hablar de todo. Iago Negueruela estaba de viaje y no compareció y las intervenciones de quienes le sustituyeron, Mercedes Garrido y Marc Pons, no dieron claves sobre lo que vendría después. Los contactos de verdad se concretaron por la tarde y la solución final no llegó hasta la noche. Cargos del partido cerraron un acuerdo con la izquierda, con Més y PSIB por separado, mientras Sebastià Sagreras se reunía con Vox para tratar de alcanzar un pacto con sus antiguos socios que permitiera mantener el status de la legislatura y recomponer las relaciones que habían mantenido hasta entonces.
En ese encuentro, el PP exigió a Vox que diera marcha atrás y anulara las enmiendas que votaron por error en el decreto de simplificación administrativa. Vox accedió, pero planteó nuevas condiciones lingüísticas y el PP, simplemente, no se fió de quienes han sido hasta ahora sus colaboradores. Sagreras trasladó por la noche el mensaje de Vox a la dirección del PP y la conclusión fue que no, que ya no confían en unos socios a quienes acusan de actuar con deslealtad.Esa noche de reuniones y de whatsapps dio un vuelco a la política balear, que ha entrado en una nueva etapa de futuro desconocido cuando quedan dos años y medio para las elecciones.
Con el pacto ya cerrado y el anuncio de negociación entre el PP y la izquierda, Vox aún hizo un movimiento desesperado a primera hora de la mañana de ayer al enviar un comunicado en el que aseguraba que el PP se abría a negociar la libertad lingüística con Vox. La respuesta de los ‘populares’ fue tajante y radical: el anuncio era falso, como se comprobó poco después en el Parlament. El PP asegura que ese comunicado fue un nuevo intento de boicot y otra muestra de que Vox no es de fiar. Ayer se rompió el acuerdo, pero el giro político se decidió en una pastelería de Campos.
3 comentarios
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"Te doy mi palabra". pero Ud es un Político .. Eso dice todo...
Quien no se fía es VOX del PP, y tiene razones para ello.
LO que NOS VAMOS A REIR..... mucho,mucho... Y también veremos lágrimas, por tenerlo todo y todo perderlo.