Imagen de archivo. | Pixabay

TW
13

Margarita, nombre ficticio, ha intentado mantener la calma desde que, el pasado mes de abril, tuviera lugar un complejo y delicado episodio entre su hija y otro menor, compatible con una agresión sexual, en los baños del colegio 'calvianer' al que acude la niña; de diez años en el momento del suceso. Tras confiar en el sistema y en las recomendaciones dadas desde el centro durante los últimos ocho meses, Margarita no logra entender ahora cómo los niños siguen yendo juntos a clase.

«Esto pasó en abril y podían haber reaccionado antes; separarlos, cambiarlos a otra aula; incluso propuse mover a mi hija, aunque fuera ella la víctima. Ahora ha empezado el curso y siguen yendo a clase juntos. La niña está en terapia, tiene once años. Reuniones, informes, este 2 de septiembre solicité de nuevo el cambio y nada. Me dicen que tiene que afrontar sus miedos. ¿Pero qué miedos ni qué historias? Es que no me creo que esto esté pasando», así cuenta Margarita su situación actual, entre la angustia por su hija y la rabia por la inacción a sus peticiones.

Se refiere a lo que vivió su hija una mañana del pasado mes de abril en un colegio de Calviá. La niña, a la que llamaremos también de forma ficticia, Ana; iba con una amiga por el patio hasta que un compañero, de diez años de edad como ella, llamó su atención y le pidió que fuera con él al baño. «Ella acudió pensando que necesitaba ayuda con algo. No era raro ver entrar juntos a un niño y una niña porque los baños habían pasado, en contra de la opinión de muchos padres, a ser mixtos», explica la madre.

«Cuando entró en el baño, el niño cerró la puerta, aunque sin pestillo porque no hay, le dijo que se desnudara porque quería tener sexo rápido con ella, que bastaba que se bajase los pantalones. La niña le dice que no. Él insiste. Ella reitera el 'no' y sale muy nerviosa y acelerada del baño», narra su madre. De hecho, un documento interno sobre lo sucedido confirma que los dos niños dan la misma versión.

Lo sucedido ha reabierto el debate entre los padres respecto a si los baños mixtos aportan más perjuicios o beneficios

La pequeña le contó lo sucedido a sus amigas y ellas le aconsejan hablar con su tutora. La niña hace lo propio y la tutora le pregunta al niño, que admite lo ocurrido y dice entender que «era una mala idea y que sólo era una broma». Los dos niños son conducidos hasta el despacho de dirección. «El niño llegó a preguntar que por qué no la reñían a ella en vez de sólo a él. La verdad, ahí Dirección lo hizo bien porque le contestaron que la niña lo había hecho muy bien, que no había nada que reñirle, que había hecho lo correcto, decir que no, contar lo ocurrido y avisar», aclara Margarita.

A ella la avisaron desde el propio centro diciéndole que «había ocurrido un altercado». Cuando pudo reunirse con su hija, ella le dijo: «Mamá, estoy un poquito nerviosa, ¿podemos hablar? Se puso a llorar y me lo contó. Me dijo que se angustió porque no sabía lo que iba a pasar pero que tenía claro decir que no y defenderse si era necesario. El corazón se me salía pero intenté mantener la calma por ella. Mostró mucha madurez», explica la madre.

Un parte médico del pasado mes de septiembre que alude a la ansiedad de la niña por lo ocurrido

El enfado apareció al día siguiente cuando se reunió en el colegio. «Se ríen en mi cara. Me dicen qué 'con lo que tienen' qué iba a pasar. ¿Cómo que con lo que tiene? ¿Qué hubiera pasado si mi hija se hubiera bajado los pantalones? El niño tiene un pene, ya tiene erecciones. ¿Qué pasa, que no tiene derechos porque es una niña?», cuenta enfadada Margarita.

Por si fuera poco, asegura que desde Orientación Educativa le dicen que «es mejor que los niños estén juntos, que así están controlados. ¡Pero si a mi hija no hay que controlarle nada, no ha hecho nada malo! Ana no está bien, en clase no se concentra, está histérica, se distrae cada vez que él hace algo. No tiene por qué aguantarle todo el curso y mira que lo he puesto fácil hasta proponiendo que se cambie ella pero ya me he cansado», afirma.

Este pasado septiembre acudió al médico porque la niña sufría episodios de ansiedad y el pasado 5 de diciembre tuvo una reunión con el departamento que trabaja de enlace entre la Conselleria d'Educació y Serveis Socials. «Estoy molesta con el centro porque no han hecho nada. ¿Qué ejemplo están dando a los demás niños? La única sanción para él ha sido pasar un día en el despacho de Dirección. Los niños verán que no ha tenido consecuencias y dirán, 'pues lo hago yo también'», argumenta.

Extracto de la reunión mantenida con Educació en la que se acuerda hacer un seguimiento de las actuaciones del centro para exponérselas a la madre y convocar una nueva reunión en el siguiente trimestre.

Margarita no interpuso una denuncia formal pero sí lo puso en conocimiento de la Guardia Civil, que se personó en el lugar. También pretende iniciar una recogida de firmas para que los baños vuelvan a su estado inicial y dejen de ser mixtos; además de seguir luchando por su hija. «Está sufriendo. Ella quiere alejarse de él. Quiero que sea él el que se vaya pero si es por la tranquilidad de mi niña y ella me pide irse, nos vamos, lo que quiero es la tranquilidad de mi hija», zanja.