Bartolomé Bennàssar, junto a su Opel Rana y sus nietos Tomeu y Catalina . | Jaume Morey

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Bartolomé Bennàssar nos muestra con orgullo su bien más preciado, un Opel Rana de 1924 que adquirió en 1964 y del que nos cuenta una historia realmente interesante.

Nos comenta que el coche lo compró y dos años y medio después se lo vendió a un coleccionista belga que se lo llevó a su país natal. Allí estuvo el vehículo durante 35 años y hace quince años, por las cosas del destino, lo volvió a recuperar y desde entonces lo mantiene en su colección como una de sus joyas más preciadas.

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Tomeu era mecánico de profesión –ahora está jubilado– y su trabajo y pasión por los coches hizo que poco a poco se fuera rodeando de algunos vehículos que le gustaban, así como algunas motocicletas; en la actualidad tiene varios coches y media docena de motos.

Oírlo hablar del coche demuestra lo orgulloso que se siente de poder tenerlo en su colección, orgullo que ha trasmitido a sus nietos, Tomeu y Catalina, que ya piensan en poder conducirlo algún día pese a su corta edad. El vehículo está totalmente restaurado y con ese color característico verde, lo que le valió el apodo de 'rana' cuando salió de fábrica en 1924. Fue el primer coche fabricado en serie por la firma alemana y tuvo un gran éxito; luego siguieron otros muchos. Tomeu reconoce que ha dedicado mucho tiempo y dinero a sus coches, pero el resultado le satisface por completo.