Clemente Rubio es un enamorado de los Renault GT, de ahí que su ilusión era conseguir uno . | Jaume Morey

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Clemente Rubio se define a sí mismo como un gran apasionado de los coches y en especial siente una gran admiración por los Renault turbo. Por ello, en 2011 adquirió el modelo que tiene: un GT de segunda generación de 1986 y, según nos comenta, es uno de los últimos modelos fabricados por la marca francesa.

Clemente recuerda que hace 23 años tuvo un GT Turbo y lo vendió y poco tiempo después se dio cuenta de que había cometido un grave error y comenzó la búsqueda para hacerse con otro. Después de un tiempo logró localizar uno en Mallorca, ya que el requisito para hacerse con uno era que tuviera matrícula de Balears. La verdad es que la compra no fue una ganga, ya que el coche estaba en muy malas condiciones y hubo que restaurar por completo el motor, darle un buen lavado de chapa y pintura y mejorar el interior. Afortunadamente, Clemente tuvo ayuda de varios amigos, entre ellos Pedro Roig, que tiene conocimientos de casi todo.

UN CAPRICHO DESDE SIEMPRE

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No se considera un coleccionista y no tiene otros coches, ya que es una afición a la que hay que dedicarle mucho tiempo y dinero, pero sentía la necesidad de tener un coche como el GT Turbo que le había encantado en sus primeros años de conducción. Para Clemente era una sensación que no podía explicar, pero este coche le hacía feliz y espera poder conservarlo durante muchos años para su propio disfrute.

En cuanto al vehículo, decir que se trata de unos de los modelos más conocidos y míticos fabricados por Renault y el precursor de los actuales compactos deportivos de tipo GTI. Renault, con su R5 GT Turbo, logró poner a la venta un modelo potente y con unas características que lo hacían muy deportivo, a un precio asequible que podía hacer que gente que económicamente no podía aspirar a deportivos de gama alta, pudiera disfrutar de sensaciones deportivas. Así surgió el R5 GT Turbo, un coche nacido del compacto Renault 5 que montaba un motor dotado con un turbocompresor que lo hacía muy potente.

Pero como todo mito tenía su parte oscura: su alto índice de siniestralidad, tanto que se ganó el apodo de ‘la caja de muertos’ y surgieron las leyendas urbanas sobre los problemas de un coche que le hacían tan peligroso. Una de esas leyendas decía que el coche al entrar en las curvas y soltar el acelerador, al bajar de revoluciones el turbo se disparaba y hacía que el coche fuera ingobernable y se acabase fuera de la carretera, pero la verdad es que la mayoría de estas leyendas son técnicamente discutibles y son mitos que se caen por su propio peso, pero que están bastante arraigados y aún se siguen oyendo a día de hoy. Son esas leyendas que acompañan a un coche durante toda su vida e incluso después de haber dejado de fabricarse. Lo que sí está claro es que fue un coche que marcó una época para una generación de jóvenes que buscaba velocidad.