El Citröen C-6 C Six, es muy difícil de encontrar, tanto en Mallorca como en la península. | Juan Miguel Giménez

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Felipe Montserrat y Catalina Cañellas son los propietarios de este precioso Citröen C-6 C Six de 1929 que adquirieron en 2001 y que después restauraron con mucho trabajo. La historia de este coche nos la cuenta Catalina que, según su marido, es la propietaria del vehículo. Resulta que la pareja vivió durante muchos años con sus padres dedicados a la agricultura en una finca cerca de Casa Blanca. Nos cuenta Catalina que su madre le contaba que con un vehículo como éste hicieron el viaje de novios de Casa Blanca hasta Palma para hacerse las fotografías de rigor.

Resulta que a la vuelta, el coche se averió y tuvieron que terminar empujándolo. Por eso Catalina pensó que sería bonito que sus padres pudieran celebrar sus bodas de oro haciendo el mismo recorrido que hicieron cuando se casaron, subidos también en un C-6.

Así que a partir de esa idea comenzó una dura búsqueda del coche, ya que no hay muchos ni en la Isla ni en la Península. La búsqueda fue infructuosa en Mallorca y por eso decidieron ampliar horizontes desplazándose a una feria de vehículos clásicos en Madrid, donde milagrosamente lo encontraron. Y totalmente a ciegas, ya que no hubo tiempo para probarlo ni nada, sacaron el dinero del bolsillo y lo compraron. Lo único que llegaron a saber es que el coche, matrícula de Badajoz, había sido taxi durante la Guerra Civil y después lo adquirió un piloto destinado en la base de Badajoz hasta que lo aparcó definitivamente y luego lo puso en venta.

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LLEGADA DEL COCHE
El relato de la historia continúa quince días después, cuando Catalina y Felipe reciben una llamada del vendedor comunicándoles que el coche lo llevará al puerto de Valencia en una grúa para que ellos se hagan cargo de él. Y ambos con sus tres hijas embarcaron para hacerse cargo del coche. Después de unas pruebas en la zona del puerto llegó la hora de embarcar rumbo a Palma. Una vez en Palma todo parecía ir bien hasta que a la altura de Can Barbarà comenzó a salir humo del motor, aunque consiguieron llegar a su casa en Casa Blanca. A partir de aquí se pudo realizar el sueño de Catalina y sus padres revivieron su viaje de novios en un coche como el que utilizaron el día de su boda, cincuenta años atrás.

El vehículo, después de aquel susto, siguió funcionando y la familia disfrutándolo realizando excursiones con sus hijas hasta que hace un año el motor se rompió. Entonces Felipe contactó con su amigo Toni Ramírez y tras buscar por medio mundo encontraron un motor en Mallorca y afortunadamente pudo restaurarse y colocárselo al coche para devolverlo a la vida.

En cuanto a la utilidad nos comentan que suelen salir los fines de semana con compañeros de la asociación a la que pertenecen y lo utilizan para bodas, bautizos y comuniones de la familia. Ahora que sus hijas ya son mayores se le da mucho menos uso, pues de pequeñas les encantaba salir de excursión.