Este modelo francés ha recibido cambios estéticos sutiles pero importantes, además de mejorar mucho en el apartado de la seguridad

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Y a comentamos cuando probamos la primera versión del Citroën C4 Cactus hace unos cuatro años que la buena campaña de marketing realizada, que fuera un producto innovador y una buena relación calidad-precio, eran tres argumentos de peso para no poder fallar en el índice de ventas. Pues bien, la cosa no le ha ido mal, pero se le ha añadido una responsabilidad extra importante, que es la de sustituir al Citroën C4, un producto que ha tenido una gran relevancia desde su inicio en la marca gala.

La innovación inicial se ha rebajado un poco en este modelo porque no acababan de gustar los protectores laterales de plástico que ocupaban prácticamente toda la puerta; por eso se han sustituido por unos de más pequeños en la parte inferior. Hay que decir que ya sólo eso ha mejorado bastante el modelo.

Ahora sigue siendo un vehículo diferente pero el resto de gama de la firma francesa ha ido adquiriendo los rasgos con los que nos sorprendió el Cactus inicial, empezando por los originales y bonitos faros delanteros.

Parece que esta nueva apuesta de la marca, con una pequeña renovación de algunas cosas del Cactus inicial también le saldrá bien, porque ya se ven muchos circulando por las carreteras españolas.

El aspecto un poco futurista de la parte delantera, que lo ‘copió’ inicialmente del C4 Picasso (ahora denominado Space Tourer por no poder usar ya la denominación Picasso), está perfectamente combinado con las prácticas molduras laterales y con los nuevos faros posteriores, que son rectangulares en lugar de cuadrados y que le dan un toque mucho más moderno del que carecía hasta el momento.

Como curiosidad, en Wikipedia este modelo viene definido como un crossover, que quizá lo hace parecer así son precisamente las molduras laterales o la parte posterior, pero en realidad no se trata de un vehículo de este tipo. De hecho ahora es 5 centímetros más bajo que el anterior.

MOTOR
En cuanto al propulsor, el que hemos probado en esta ocasión es el Puretech de 130 CV, un propulsor de gasolina de sólo 1.199 cc, que nos ha causado una gratísima impresión. En la aceleración nos ha recordado mucho a los vehículos de gasolina que entregaban la potencia de forma lineal desde prácticamente las 1.500 vueltas y que parecía que no tenían fin.

En este 1.2 Puretech hemos tenido esa sensación ya que entrega toda la potencia desde bajas vueltas sin explosividades, lo cual a mí personalmente me parece lo más racional y te hace disfrutar de una conducción alegre, con una capacidad de adelantar de una forma m ucho más segura. Así, tarda 9,1 segundos para pasar de 0 a 100 Km/h y la velocidad máxima es de 207 Km/h.

El consumo de este motor, como buen Puretech, es bastante bajo; la marca publicita una cifra de 4’8 litros en un ciclo combinado y nosotros hemos conseguido unos 5,8 litros, que también es muy buena cifra.

El comportamiento en carretera es un aspecto un poco mejorable, porque sigue teniendo unas suspensiones bastante blandas para un vehículo de esa potencia. Aunque aguanta bien en las curvas con una tendencia a subvirar sin excesos.

Del interior en general y del marcador en particular destaca la simplicidad, ya que la información que ofrece al conductor es la de la velocidad y cuando conviene cambiar de marcha (Shift), que por cierto es muy preciso. La consola central (que prácticamente no existe) viene marcada por una pantalla de grandes dimensiones, táctil, que es el alma del vehículo, ya que es donde se puede conocer la información de todos los aspectos importantes del vehículo y donde se pueden configurar algunos otros en función de los gustos del cliente.

Las calidades son bastante dignas, aunque los plásticos están muy presentes en el interior del vehículo