El presidente del Gobierno, José María Aznar, y el secretario
general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, escenificaron ayer
un nuevo desencuentro sobre la posición que ambos mantienen
respecto a las manifestaciones de los antiglobalización celebradas
en Barcelona con motivo del reciente Consejo Europeo. Durante el
debate en el Congreso para explicar el resultado de la cumbre,
Zapatero exigió a Aznar que se disculpase por las acusaciones
vertidas contra los manifestantes que convocaron los actos
antiglobalización. Aznar, en el turno de réplica, le reclamó que si
no tenía coherencia política, al menos mostrara un poco de
«decencia intelectual».
El líder del PSOE le recordó a Aznar su «preocupación» por con
quién se iba a manifestar en la convocatoria pacífica y le pidió
que no implicara «ni una sola vez más» a los miembros del PSC y a
los simpatizantes socialistas que se manifestaron «por objetivos de
solidaridad». «Usted no da la libertad, la da la Constitución
española conquistada por todos los españoles», dijo después de
insistir en que debería disculparse ante los cientos de miles de
manifestantes por intentar compararles con la minoría de violentos
a los que «se rechaza y se combate día a día». El jefe del
Ejecutivo, por su parte, respondió que, ya que la coherencia
política «no está al alcance de todos», sí «un poco de decencia
intelectual cuando se piden excusas».
Aznar pidió al líder socialista que no confunda «la sensibilidad
social con la coherencia política», y se preguntó «cómo se puede
estar sentado en el Consejo europeo» y, a la vez, «en la calle
gritando contra la Europa del capital». «La libertad para acudir a
una manifestación a los militantes de un partido, no la hemos dado
los demás, los demás hemos procurado poner todos los medios para
que se ejerzan los derechos constitucionales que tiene toda persona
para manifestarse libre y afortunadamente se ha impedido que muchos
grupos radicales intentaran perturbar esos derechos», le espetó el
presidente.
Mientras, las fuerzas de seguridad devolvieron o rechazaron en
frontera, desde el 9 al 17 de marzo, días en los que transcurrió la
cumbre europea de Barcelona, a cerca de 4.000 personas, entre
inmigrantes irregulares e individuos que pertenecían a movimientos
antisistema violentos. En concreto, según señala un informe
policial, a estos «individuos que pretendían alterar la seguridad»
se les incautaron «numerosos instrumentos, armas y efectos
contundentes», por lo que «fueron devueltos por pertenecer a
movimientos antisistema violentos». En la mayoría de los casos,
estos individuos «habían intervenido en diversos hechos delictivos»
ocurridos en anteriores reuniones de ámbito europeo.
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