La localidad vivió durante toda la jornada de ayer una feria con una gran concurrencia de gente. | Joan Socies

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La tradicional Fira de Setembre de Artà atrajo a miles de visitantes que llegaron procedentes de todos los rincones de la Isla. Un gentío que llenó las calles del pueblo aprovechando el agradable día que brindó la meteorología.

Un muestra que ofrecía un amplio abanico de productos, a los que sobre las diez de la mañana los más madrugadores ya ojeaban mientras aprovechaban para comprar productos gastronómicos como panades, coques o ensaimadas para empezar el día con fuerza.

Pero los protagonistas de la jornada fueron los animales. Era el centro de atracción de los más pequeños que junto a sus padres o abuelos no paraban de mirar e incluso tocar a patos, conejos, ovejas o cerdos.

Otro de los atractivos fue la oferta gastronómica del municipio, embutidos, pasteles, verduras, helados, turrones, conservas, quesos y bocadillos llenaron los cestos y el estómago de muchos de los que ayer acudieron a Artà. Pero el pueblo también quiso sacar todo su potencial local, las senalletes d’obra de pauma, los productos de la cooperativa local o incluso su naturaleza eran otros de los alicientes que marcaron la jornada.

La maquinaria agrícola, o los coches, motos y tractores antiguos que retornaron al pasado a los más viejos del lugar.
Otra de las iniciativas de este año, durante el fin de semana de feria, ha sido la apertura de los diferentes museos de la localidad, el regional y el parroquial, que celebraron una jornada de puertas abiertas para así poder mostrar otra cara de la localidad, su aspecto más cultural y prehistórico ya que uno de los alicientes fue la apertura del recinto talayótico de ses Païsses.