La reina Margarita de Dinamarca y el príncipe consorte Enrique, en una imagen de archivo. | Efe

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El príncipe Enrique de Dinamarca acusó a su esposa, la reina Margarita, de ningunearlo y faltarle el respeto por no haber hecho caso de su reclamación de equiparar sus dos figuras para poder recibir él el título de rey.

«Mi mujer no me dado el respeto que una esposa normal debe darle a su cónyuge. Me ha fallado», declaró Enrique en una entrevista exclusiva con la revista «Se og Hør», que adelantó algunos fragmentos del texto que saldrá publicado este miércoles.

Las declaraciones del príncipe, de 83 años y que en enero de 2016 abandonó sus obligaciones como consorte para retirarse a un segundo plano, llegan días después de que la Casa Real danesa confirmase que sus restos no descansarán con los de su esposa en el sarcófago doble construido en la catedral de Roskilde (este de Dinamarca).

Según explicó entonces la portavoz de esta institución, Lene Balleby, la decisión de Enrique obedece a la conocida insatisfacción con su rol en la familia real y con su título, aunque sí será enterrado en Dinamarca, en un lugar aún por determinar.

«Es ella la que se burla de mí. No me he casado con la reina para ser enterrado en Roskilde (donde yacen los reyes daneses desde hace siglos). Mi mujer ha decidido que quiere ser reina y eso me alegra. Pero como persona debe saber que si un hombre y una mujer están casados, son iguales», añadió Enrique.

El príncipe consorte, con quien Margarita se casó en 1967 tras haber conocido a este noble de origen francés cuando era diplomático en Londres, rechazó sin embargo un posible divorcio y resaltó el amor mutuo que existe en la pareja.

La entrevista fue concedida la semana pasada en su castillo en Caix (sur de Francia), antes de que Margarita se uniera a él para pasar unos días juntos de vacaciones.

La Casa Real danesa sigue la tradición de otros países europeos, que no otorgan el título de rey al esposo de la reina, sino solamente el de príncipe consorte, un papel en el que Enrique nunca se ha sentido del todo cómodo, lo que ha originado periódicas reclamaciones, con las consiguientes burlas en medios daneses.

Enrique puso a la Casa Real en un aprieto en 2002 al marcharse a su retiro francés después de que en la recepción de Año Nuevo, estando enferma la reina, fuera anfitrión el príncipe heredero Federico.

Esto lo hizo sentirse «inútil» y «relegado» y motivó que no asistiera a la boda de Guillermo y Máxima de Holanda.

Los rumores de divorcio, lucha de poder o depresiones se cerraron meses después con una sesión fotográfica de la familia, aunque Enrique no pudo evitar el nombre de «príncipe llorón» de la prensa amarilla.

Enrique de Dinamarca protagonizó otro episodio polémico en 2015, cuando se ausentó de los actos del 75º aniversario de la reina alegando gripe, aunque a los pocos días se fue de vacaciones a Venecia con amigos.

Sus excentricidades, su afición a la vinicultura y la gastronomía y su acento han sido motivos de broma y le han dado cierto aire de culto al príncipe Enrique, quien no dudó en grabar un tema al piano con un grupo de rock o en pasear por la comuna de Christiania, asentamiento de corte anarquista de Copenhague donde se vende hachís.