Richard Fagioni, durante la entrevista. | TOMAS MONTES

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La semana pasada publicamos un reportaje acerca del nuevo espectáculo que el Circo Alegría estrenó en Palma el cinco de diciembre. En él, el payaso Richi Richetto, protagonista y presentador de la función, ejercía de maestro de ceremonias a la hora de explicar los entresijos de la obra. Hoy, el bufón se ha quitado el maquillaje y el traje de arlequín para que podamos conocer a la persona. Italiano de cuna pero nacido circunstancialmente en Girona hace 41 años, Richard Fagioni es la sexta generación de profesionales de circo. Criado en una carpa y rodeado de animales «viviendo y trabajando en el circo toda la vida». Esta es su historia.

Hábleme de sus primeros años. ¿Cómo es vivir toda su infancia en un circo?
—Yo nací en el hospital Josep Trueta de Girona en 1983 pero no tendría que haber nacido allí ya que mis padres estaban de gira con el circo camino a Francia. Tendría que haber sido francés pero al final me adelanté. Mi madre es pequeñita, mide 1.45, imagínate y yo pesé tres kilos y medio así que tenía que salir sí o sí. Mi infancia fue muy buena porque nosostros (Circo Europa) fuimos el primero de España que tuvo colegio propio itinerante. Era uno de los circos más grandes de Europa. Para que te hagas una idea: éramos 25 primos en total. Todos estábamos juntos y nos criamos juntos. Teníamos el colegio en el circo, salíamos al recreo y nos íbamos a jugar con los animales, teníamos el zoológico. Era un circo itinerante que viajaba por toda España con 30 camiones de animales, imagínate. Pasamos de ser el Circo Europa al Circo Americano tres pistas. Era una locura. Para que te hagas una idea: 80 vehículos, la mayoría trailers con remolques en la parte trasera. Igual que los que utilizan hoy los transportes especiales de los macroconciertos.

Debía ser divertidísimo.
—Sí, yo he pasado una infancia súperguay. Yo hablo muchos idiomas porque he crecido con personas de muchos países, de todas razas, culturas e incluso religiones diferentes. Fue un aprendizaje de vida en todos los sentidos. Aprendí a conducir muy temprano porque aparcaba los camiones del circo siendo un niño, empecé a soldar con 13 años y usar una pistola con 14 porque los carroceros me decían -¿Qué miras? Coge la pistola. Aprendí muchas cosas.

¿Es también polifacético dentro de la pista?
—Sí, soy muy polivalente, he hecho de todo. Yo era domador de cocodrilos. Yo metía la mano dentro de la cabeza de un cocodrilo, la mano… Como hacen en los países asiáticos y en algunos documentales. También he montado a caballo, lanzado cuchillos, he hecho malabares, he sido acróbata… Todo lo que te puedas imaginar. Locutor, jefe de pista pero lo que más me gusta es ser de payaso. Desde siempre. Cuando era niño siempre quise ser payaso pero por cuestiones de la vida he tenido que hacer otras cosas. El domador de cocdrilos era mi papá pero un día se puso enfermo y al no poder actuar, yo que era su ayudante, tuve que coger su puesto. Mi vida tomó otro camino y esa fue mi función desde 2004 a 2018.

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¿Qué significa para usted ser payaso?
—Mi vida. Siempre estoy de cachondeo. Yo he sido payaso toda la vida. Y el ser payaso a veces es un sentimiento complicado. La gente a veces dice ‘ah, payaso lo hace cualquiera’ pero no. Cuando tienes un mal día te lo tienes que tragar y salir con una sonrisa. Cuando murió mi tío no pude ir a su entierro en Italia porque tenía que trabajar en Barcelona. Hacía tantas cosas en la función que no podía faltar y me lo tuve que tragar. Es muy difícil salir a hacer de payaso, sonreír y luego llegar a casa para llorar. Es la verdad. Pero cuando decides que un oficio tiene que ser lo tuyo tienes que acarrear con las consecuencias. Me separé de mi mujer y he estado dos años jodido y he tenido que salir y lo mismo, llegas a casa y se te apaga el mundo. No es tan sencillo como parece; tienes que tener facilidad. Hay payasos de teatro, por ejemplo, que tienen que estar ensayado mucho porque si se salen del guion están perdidos. En mi caso es espontáneo, a mi me sale. Siempre ha sido así.

Ser payaso no es hacer el tonto; es coordinar la expresión facial con el lenguaje corporal…
—Hay gente que hace el payaso ‘fácil’ y se ríe de los demás. Yo no me río de ti, yo me río contigo. O me río de mi mismo ¿Entiendes la diferencia? Al final somos como los chinos: todos copiamos. Pero hay que hacerlo cada uno a su manera. Debe tener tu esencia. Primero hay que crear un feeling con la gente. Si has conseguido eso no importa que seas un gran cómico para que les guste el show.

¿Tienes hijos?
—Sí, un niño de ocho años. Este mundo le encanta. A mi me gustaría que eligiera lo que le pueda hacer feliz pero yo sé que para un hombre, más que para una chica, el circo tira mucho. El circo tira mucho, sí.