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Definitivamente, a nuestra vasta oposición conservadora, incluidos jueces y periodistas, le parece incomprensible que a estas alturas esté gobernando, por haber logrado más votos parlamentarios, un tibio socialdemócrata, al que califican de izquierda radical y hasta de cabecilla criminal. Es habitual, y no hay más que fijarse en Estados Unidos, que la derecha nunca consiga explicarse racionalmente cómo es posible que aún haya gente de izquierdas, es decir, gente absurda, ignorante y trastornada, sin otro propósito que hacerles a ellos, y por extensión al país entero, la vida imposible. Y es inútil explicárselo, porque acaso debido a un bloqueo cognitivo, es algo que no les cabe en la cabeza. Sólo pueden atribuirlo a estupidez o mala fe, y de ahí su belicosidad. Por supuesto, la izquierda sufre idéntica incomprensión lectora, y no sólo no se explican todavía a Trump o a Milei, y mira que se lo han explicado mil veces analistas y comentaristas competentes, sino que tampoco les cabe en la cabeza, con lo bien que lo están haciendo, el furor agresivo de Feijóo, que se supone que era un moderado. Para mí que a nuestros representantes de un lado o de otro, lo que no les cabe en la cabeza es que la gente siempre es como es, a menudo peor todavía. Cosa que también llevan siglos explicando, además de los psicólogos y cada cual a su estilo, verdaderas multitudes de novelistas, historiadores, filósofos y cineastas. Que aún no les quepa en la cabeza, sí que es inexplicable. Y no tendría demasiada importancia, si a consecuencia de esa incomprensión no tendiesen las derechas a declarar ilegalidad y fraude cuando pierden. Las izquierdas (progresistas, se llaman ahora) sufren un efecto peor. Porque si mucho después aún no les cabe en la cabeza porqué ganó Trump, o cómo es posible que Israel haga la barbaridad que está haciendo, sin que ningún judío notable y prestigioso, y los hay a millares, diga ni pío, cómo piensan evitar o combatir estas calamidades. El diagnóstico de que los estadounidenses son mayoritariamente imbéciles, o que Israel se está defendiendo, es la prueba de que conservadores y progresistas comparten un mismo problema. Les parece inexplicable que todo el mundo no sea como ellos, es decir, normal. Ah, qué fácil sería todo entonces. Y de ahí no les sacas.