José Luis Piñeiro Vidal. Abogado. Afrontar el problema del ébola no es asunto de un solo hombre sino de una organización, un hospital. Tampoco es para todo el hospital sino para “un equipo”, lo que significa que el objetivo no puede alcanzarse sin la aportación de sus miembros. Para obtener resultados es imprescindible que la dirección del equipo cuente con los medios materiales y humanos así como con la autoridad, como derecho de hacerse obedecer, de tomar decisiones que afectan otros. Autoridad que lleva implícita la correspondiente responsabilidad como obligación de llevar a efecto la ejecución del plan. Cada miembro del equipo, a su vez, asumirá responsablemente la ejecución, dentro del equipo, de la las tareas que le han sido asignadas con miras al objetivo final. Supuestos los medios, sin autoridad y responsabilidad, no habrá resultados. Ni siquiera habrá equipo. Porque somos libres, la responsabilidad es uno de los valores humanos más importantes. Surge a partir de la capacidad humana para elegir entre diferentes opciones y actuar en atención al libre albedrío, asumiendo las consecuencias que se deriven. El éxito del equipo dependerá, en gran medida, de la especialización, compenetración, comunicación y compromiso que pueda existir entre los componentes del mismo incluida la dirección. Los reglamentos y protocolos no pueden preverlo todo, porque la capacidad humana no llega a tanto, ni sería deseable privar a las personas de la iniciativa dentro del plan, siempre susceptible de mejora, porque no son ni robots ni autómatas. Será responsable el cajero de la sucursal bancaria que haya contado mal el dinero, falte o sobre, con independencia de la responsabilidad del director por el resultado final. Contar el dinero es tarea del cajero como ponerse y quitarse la vestimenta de trabajo, aun tratándose de prendas especiales, es responsabilidad de cada miembro del equipo. Ello a propósito del espectáculo que están dando algunos periodistas y políticos, buscando responsables “más arriba”, respecto del contagio del virus de ébola de la auxiliar de enfermería, Teresa Romero, internada en el Hospital Carlos III de Madrid. Vaya por delante mi reconocimiento a esta señora que, en ejercicio de su libertad, se presentó voluntaria para un trabajo no exento de grave riesgo. ¡Ojalá salve su vida! Reconocimiento y solidaridad también con todos los profesionales del Hospital. Pero si, como parece, fue Teresa la que incurrió en el error de tocar su cara con el guante de trabajo, es inaceptable que se trate de buscar responsables más arriba. No es posible excluir todos los riesgos de la acción humana. El que puede lo más, puede lo menos. El que sabe cuidar a un enfermo de ébola, que es lo principal, tiene que saber desprenderse de las ropas de trabajo o equipo de protección individual, que es accesorio para el ejercicio de la especialidad dentro del equipo. Ello forma parte del mínimo necesario; no de la especialidad por lo que no requiere una supervisión estricta. Ninguna organización humana puede ignorar el primer escalón de la responsabilidad que es la individual. Las teorías del psicoanálisis, permisivas, alienantes y cuasi-deterministas, que con origen en Sigmund Freud y el marxismo, han puesto en tela de juicio el libre albedrío al afirmar que el principio rector de la vida humana no es el de autodeterminación, sino la supeditación a las fuerzas incontrolables del subconsciente, realmente dejan muy poca posibilidad de acción a la libertad convirtiéndonos seres gregarios, sin iniciativa. De esta forma la responsabilidad estará siempre en la organización y nunca en sus miembros. Por el contrario, y precisamente porque la persona humana es “per se” un ente con entidad autónoma, tiene siempre la posibilidad de tomar decisiones propias. O, lo que es lo mismo, porque es libre, es responsable de sus actos para bien o para mal, acierto o error. Probablemente Teresa haya incurrido en error humano. Lamentado el error, yo no la acuso de otra cosa.
Aquí en España se superan todas las crisis en dos patadas, da igual que sea chapapote, un avión lleno de militares españoles o una pandemia, Superrr PP al rescateee, ellos nunca tienen la culpa de nada, la culpa siempre es de los demás, y si están muertos mejor, asi ni replican
y el traje que tenían que usar porque no era como tocaba? una chapuza made in spain, tenían que cerrarlo con cinta adhesiva ... la vergüenza de europa, no, del mundo. Pero claro, toda la culpa es de ella por ¿tocarse la cara? con solo eso ya se contagia el ebola? pues entonces han mentido y siguen mintiendo a la población porque decían que se contagiaba por contacto con sangre o otros fluidos asi que ..
A ver !! aclaren !! no .era que se contagiaba por sangre y fluidos corporales ? y que el virus muere a los segundos en el aire? o es que no saben como es el contagio?!!
que se contagio solo por tocarse la cara? pero el ebola no se transmitia por contacto con sangre o fluidos?
Yo en cambio veo que los auxiliares de clínica son unos profesionales muy poco valorados, incluso en el mismo mundo sanitario: realizan las tareas más pesadas y son los que están más expuestos a contagios. Yo soy un titulado administrativo, lo digo para que nadie piense que hago propaganda de mi oficio.
Ultima noticia Teresa Romero empeora, por desgracia, que se recupere
Desde el momento en que la mujer ve (y eso lo ha contado ella misma), al día siguiente de la muerte del segundo misionero, que tiene fiebre y va al médico y no le dice que ha estado en contacto con el ébola, yo francamente, ya no me fío un pelo de semejante persona. ¿Pero en qué estaba pensando?
La que esta liando Teresa Romero, por culpa de ella se jodió la beteaficacion de los religiosos, y ahora que hacemos
José Luis Piñeiro Vidal. Abogado. Sigue el ébola España es diferente. Mientras un fallo de protocolo de los cuidadores de enfermos de ébola en Estados Unidos de América induce a los ciudadanos al apoyo de sus autoridades para la corrección inmediata de los errores, que parece lo lógico, exigiendo responsabilidades una vez resuelto el problema, en España pedimos la destitución de las cabezas jerárquicas sin centrarnos en el núcleo del problema. ¿Alguien cree que la nueva jerarquía ocupará el cargo con la solución en el bolsillo? Dos refranes: “no hay que cambiar de caballo en medio del río" y “en tiempos de tribulación, no hacer mudanza”. Es decir, para cambiar de caballo y para hacer cambios, hay que cruzar el río y superar la tribulación. Después puede que sí. Es de sentido común. Sin embargo en España, ante un problema grave, con tal de que tenga repercusión mediática, siempre hay una cantidad enorme de personas dispuestas a armar follón irrogándose un conocimiento que no tienen o una legitimidad que tampoco. Es bien fácil recordar lo que pasó con el Prestige: toda la izquierda política, más o menos arrumbada en el “Nunca Máis”, profirieron tal cantidad de infundios hasta que, por fin, la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Galicia puso a cada cual en su sitio. De eso ahora nadie se acuerda. Y estos señores de Nunca Máis y Cía., tan panchos, como si con ellos no fuera. Lo triste es que no aprendemos de la historia. ¿Qué hubiera pasado si el contagio de ébola hubiera tenido lugar unos días antes de las elecciones generales?: dada la visceralidad irracional que gobierna la acciones individuales de los “Nunca Máis y Cía, posiblemente hubiéramos elegido a un Zapatero – 2, porque el Zapatero – 1 llegó al poder después de los atentados de Madrid. Y creo que con uno ya hubo bastante y para muchos años. Entiendo que, desgraciadamente, en España tenemos una izquierda de mentalidad antiliberal (que es la esencia de la cultura occidental) que niega la iniciativa y la responsabilidad individual, prefiriendo acogerse a los sistemas políticos de corte socialista, en el que casi todo está intervenido, es decir, preordenado, en la idea errónea en que quien lo ordena domina todos los conocimientos y contingencias para fijar un protocolo sin fallos, como si la razón y la inteligencia del planificador no tuviera límites. De esta forma la masa rebelada, en términos de Ortega y Gasset, hábilmente manejada por el Nunca Máis de turno, cual animal con orejeras, se limitan a seguir el protocolo a conciencia del perjuicio de la libertad, de la iniciativa y de la aportación individual, en beneficio de la igualdad y de la mediocridad generalizada. Fallos y erros habrá siempre. Son propios de la acción humana de la persona libre. Los animales no pueden cometer errores porque no son libres. Cuando a la razón se le reconocen límites es cuando avanza el conocimiento porque la inteligencia crítica, con la aportación de todos, estará dispuesta a corregir los errores. Por el contrario la acción humana, bajo un sistema intervenido, “protocolizado” tiene muy poco margen de maniobra, persistiendo en los errores, que es lo que sucede cuando el protocolo se convierte en dogma. La crítica destructiva al protocolo anti-ébola que estamos padeciendo estos días en los medios de comunicación (aunque ya menos) está bastante poco justificada si tenemos en cuenta, inicialmente, que se aplicó el que recomendó la Organización Mundial de la Salud. Y que se dio en España el primer caso mundial de contagio fuera de África. Mucho menos justificada, creo yo, al enterarnos, días después, ya con la experiencia de España, que se dio un caso similar en los Estados Unidos de América. Con una significativa diferencia: allí entre los síntomas de fiebre y el aislamiento de la persona, al parecer, tardaron 90 minutos porque el paciente advirtió inmediatamente del probable origen del contagio ya que había estado cuidando enfermos de ébola. En España se aisló a Teresa Romero con varios días de retraso porque, al parecer, ésta no advirtió de los antecedentes, lo que, de ser así, fue el segundo error individual ya que el primero fue, según parece, tocar la cara con el guate contaminado. De ninguna manera pretendo otra cosa que analizar las causas de los hechos, sin criminalizar a nadie, para que impere el sentido común de la cultura occidental, que es causalista, reñida con la protesta irracional por cualquier error, lejos del dicho italiano: “Piove, porco Governo”, porque mucho me temo que el Gobierno puede hacer muy poco o nada si lleve o no. Ya dije en otra ocasión que no es posible disimular la responsabilidad individual, que es el fundamento ético de toda sociedad, y exigírsela a otros o compartirla con éstos, sean técnicos o políticos, porque es la individual, la básica, la de abajo, la primera, la que debe suplir las carencias de las otras ya que, si así no fuera, no habría progreso porque nunca habría suficientes cautelas precautorias para casos como el comentado. Mi reconocimiento y admiración por el trabajo de todos los sanitarios, incluida Teresa Romero, deseando ardientemente que salve su vida.