Esta Comunitat Autònoma de les Illes Balears no es solidaria, ancestralmente, y cada isla conserva su propia identidad, fenómeno sociológico y demográfico que alabo con fervor, porque no me gusta la uniformidad. Lo mismo pasa en Murcia que si a un cartagenero le llamas murciano puede pasar cualquier cosa desagradable y también en Asturias, donde los gijoneses prefieren matricular incluso sus automóviles en Girona (GI) antes que llevar la O opresora de Oviedo. Hay que respetar la idiosincracia y el gentilicio balear es un eufemismo. El Consell de Mallorca es una redundancia, duplicar la administración autonómica, que hay que suprimir aunque sea constitucional. No pienso los mismo de los consells de Menorca, Eivissa y Formentera que son imprescindibles y necesarios. Siempre recordaré una entrevista que hice hace 40 años (ahora puedes llamarme senil, despectivamente)para Hoja del Lunes, en la que el señor Verdera, director del Diario de Ibiza, en plena Dictadura, mostró su desacuerdo con la Diputación Provincial de Baleares, que era el feudo de "EL GALLETS PALMESANOS", ahora palmesans, normalizado.
ELS GALLETS PALMESANOS, quería decir, como nos bautizó, hace 40 años, el director de Diario de Ibiza, señor Verdera, con vehemencia. Se trataba que la Diputación Provincial había regalado una ambulancia a los ibicencos, a bombo y platillo, que fue bendecida por el patilludo hippy Obispo de Ibiza, a la sazón, Teodoro Ubeda Gramage, en el paseo Vara de Rey. Se preguntaban los ibicencos, desde las columnas de Diario de Ibiza, a posteriori, ¿quién pagaría el chófer, los sanitarios y las facturas de gasolina y mantenimiento de la ambulancia? Naturalmente los ibicencos, que más que en un Consell, algunos apostaban, por la fórmula del Cabildo canario.