La causa oficial de la muerte de Consuelo Aroca Beltrán fue una
insuficiencia cardíaca y el examen forense de ayer no ha detectado
veneno en su organismo. Pese a todo, los investigadores han
remitido muestras de sus tejidos para que un laboratorio de
Barcelona los analice con mayor profundidad.
Tal y como adelantó ayer este periódico, la Guardia Civil veía
«muy improbable» que el agua embotellada que bebió contuviese una
sustancia nociva tan potente como para causarle la muerte en
cuestión de minutos. Ayer por la mañana los médicos forenses del
instituto anatómico de Palma examinaron el cuerpo de la taxista y
no encontraron, a simple vista, rastros de quemaduras en el
estómago o en el esófago, que pudieran evidenciar que la señora
había sido envenenada.
La investigación, empero, no está cerrada y se está a la espera
de las conclusiones del laboratorio catalán. Uno de los detalles
que más alarma causaba es que el marido de la fallecida y un vecino
también resultaron intoxicados esa misma noche. El primero tras
realizarle el boca a boca y el segundo al beber del mismo vaso que
la mujer. La explicación para que los dos varones se sintieran
indispuestos es que la víctima estaba enferma y se medicaba, de ahí
que pudiera haber alguna sustancia en el agua con un gusto extraño
y que les provocó el pánico al pensar que se trataba de veneno.
Con respecto a la muerte del hijo de la taxista, que también
falleció en el chalet del Camí des Palmer hace sólo un mes, los
investigadores creen que no guarda relación con lo ocurrido a la
madre y que se trata, en realidad, de una trágica coincidencia.
Vecinos de la finca de Llucmajor declararon ayer que «todo lo que
está pasando es muy raro» y pidieron que la Guardia Civil lo aclare
cuanto antes «para que nos quedemos tranquilos». La supuesta triple
intoxicación aconteció el lunes por la noche.
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