A la izquierda, el agresor, en el momento de ser trasladado a la cárcel. A la derecha, la víctima. | Archivo UH

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Tiene 24 años y ese jueves 30 de agosto pensó que no cumpliría ni uno más. E.G.H., la mallorquina de 24 años apaleada salvajemente por su novio Arnau B.C., campeón de boxeo en Mallorca, concedió este sábado una entrevista a Ultima Hora y relató la secuencia terrorífica de la paliza: «Fue tan brutal que vi mi muerte».

Han pasado diez días desde la paliza: ¿cómo se encuentra?
—Me estoy recuperando, pero sigo de baja. Yo trabajo en la hostelería, en Cala Bona, y así como estoy no puedo hacer nada. Tengo un ojo aún mal y muchos dolores en la espalda y otras partes.

¿Qué ocurrió en su casa de Cala Millor ese día?
—Pues mire, yo vivía en un engaño continuo. En una burbuja. No sólo por los malos tratos, que no era la primera vez que lo hacía, pero siempre acababa intentando perdonarle. También había muchísimas mentiras por su parte. Por la noche el coche estaba lleno de gasolina y por la mañana ya no había. Se iba por ahí, aunque lo negara. Y era muy, muy violento. El jueves estallé y le dije que ya no aguantaba más. Que sólo trabajaba yo, que yo lo hacía todo y él encima me maltrataba. Le dije que quería romper y se volvió loco.

¿La atacó en la casa?
—En el comedor. Me cogió del cuello y me empezó a dar puñetazos. Uno tras otro. No sabría decirle con exactitud cuántos: cuatro, cinco. Creo que más, pero tengo lagunas a causa de los golpes. Cada puñetazo era terrible. Arnau es boxeador y sabe cómo pegar. Me destrozó. Yo me intentaba tapar con la mano, pero casi me la parte.

¿Ningún vecino oyó los gritos o acudió en su ayuda?
—Vivimos en una zona turística, hay ruido y nadie lo escuchó. Yo no sabía cómo escapar, pero pude llegar a la escalera y empezar a bajar. No sé cómo, la verdad. Él me seguía y me cogía del brazo: «Te llevaré al médico», me repetía.

¿En la calle le ayudaron?
—Sí, afortunadamente sí. Empezaron a llegar vecinos y vieron cómo estaba. Cómo sangraba. Daba pena. Pero tenían miedo porque él es un animal y da mucho miedo. Está muy fuerte. Al final se llegaron a juntar quince vecinos y le hicieron frente, y Arnau se marchó.

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¿Huyó?
—No, aún no. ¿Sabe qué hizo? Es increíble, pero después de la paliza brutal que me había dado, que casi me mata, volvió a mi casa como si tal cosa y se llevó la tele y la Play Station. ¿Usted cree que esto es normal? Es alucinante. No tenía ningún remordimiento ni nada.

Después pactó con la Policía Nacional su entrega.
—Sí, para el día siguiente a las ocho y media de la mañana, en la comisaría de Manacor. Acudió con su abogado, Miguel Ángel Ordinas, y quedó detenido en los calabozos.

¿Cómo conoció a Arnau?
—Lo conocí cuando trabajaba de portero de una discoteca de Cala Millor, hace cuatro años. Luego empezamos a salir. No sabía que era tan violento, por supuesto. Me enamoré de él, pero luego él ingresó en prisión. Le cayó una condena fuerte porque quiso matar a un marroquí en s’Illot y también apuñaló a otra persona porque decía que le había mirado mal.

¿Cuando tenía permisos penitenciarios volvía a su casa de Cala Millor?
—Sí, éramos pareja. Pero yo me he callado muchas cosas por miedo. Ahora ya no quiero vivir con miedo. Estoy cansada, lo he pasado muy mal. Hay cosas que no entiendo: ¿Sabe qué hacía Arnau cuando estaba en la cárcel? Entrenaba en boxeo. Es muy fuerte. Entrenan a un psicópata para que luego salga a la calle y mate a alguien. No lo puedo entender. En prisión decía que era ‘el puto amo’.

¿Cree que su comportamiento tan agresivo se debe al consumo de drogas?
—No lo sé. Él me decía que no consumía drogas, pero como es tan mentiroso ya no sé qué creer. Marihuana sí que fumaba, de eso puedo dar fe. Pero otras cosas no lo sé. Yo creo que está mal de la cabeza, que tiene un problema mental. También tuvo una adolescencia muy complicada y estuvo en el centro de menores de Es Pinaret. Es un hombre muy peligroso.

¿Cree que intentará vengarse de usted por haberlo denunciado?
—Esa es ahora mi principal preocupación. Arnau es muy vengativo y tarde o temprano saldrá de la cárcel. ¿Quién me protegerá entonces?

Los juzgados y la Guardia Civil pueden protegerla.
—¿Usted cree? Me entra pánico solo de pensar que algún día saldrá de prisión. Y que vendrá a por mí.