Ramón Alfredo, que compartió calabozo con el asesino de Chari, durante sus declaraciones a este periódico. | Isaac Hernández Rubio

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A pesar de estar acostumbrado a estar entre rejas, George Virgiliu Teianu se derrumbó en los calabozos de la Jefatura de la Policía la misma tarde en la que asesinó a puñaladas a su pareja, Chari, con la que compartía dos hijas de ocho y dos años de edad. Ramón Alfredo, el conocido activista y exbombero que permaneció subido durante más de cuatro horas en una grúa de construcción en la urbanización de lujo de Can Domenge, en el año 2017, compartió este martes calabozo con el autor del crimen, al que notó «preocupado y arrepentido».

«Vi a una persona en una colchoneta con un mono blanco, pero no sabía ni quién era ni qué había ocurrido», explica el activista, que recordó los lloros de George. «Empecé a oír como lloriqueaba. No paraba de decir '¿Qué he hecho? No voy a ver a mi familia nunca más'. Ahí le dije que por favor tuviésemos una noche tranquila», cuenta Ramón.

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El asesino, al ver la actitud de su compañero de celda, le preguntó si sabía porque había sido arrestado. «Me preguntó si me había enterado de lo que pasó y le dije que no, que yo llevaba detenido desde el mediodía. En ese momento empezamos a hablar y me dijo que había asesinado a su mujer», relata el exbombero.

George no cesaba de darle vueltas a la cabeza. «Decía que iba a estar toda su vida en prisión y no paraba de pensar. Le dije que ya está, que ya estaba hecho y que en este país nadie se tira toda su vida en la cárcel. Esto lo llevará de por vida, es una cosa que deja huella», concluye Alfredo.