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El Real Madrid mantiene el pulso por la Liga con el Barcelona, al reaccionar con carácter en Almería al duro varapalo del clásico y al gol de Crusat, que levantó gracias al liderazgo de Cristiano Ronaldo (1-2), en una exhibición ofensiva en la que se elevó la figura de Diego Alves.
Salió herido al campo el Real Madrid. Obligado a reaccionar ante los seis puntos de distancia al Barcelona con los que nacía el partido. Y Manuel Pellegrini decidió entregar el mando a Guti. Olvidarse de sus actos de indisciplina y recurrir a su fútbol para no despedirse de la Liga. Lillo tenía un plan. Agudizar el ataque en embudo del Real Madrid, entregarle la posesión y dañarle al contragolpe con dos puñales como Crusat y Piatti. Regaló el mando, consciente de que se encontraría de inicio un rival enrabietado y esperó su momento.
Así, los trece primeros minutos fueron de pleno dominio blanco. Toque y movilidad le condujeron a apoderarse del balón, minimizar las cualidades de un Almería que se mantuvo en pie gracias a las paradas de Diego Alves. No se cumplían tres minutos y sacaba con los pies un disparo a placer de Van der Vaart, tras pase de la muerte de Arbeloa.
En un abrir y cerrar de ojos cambió el panorama. Encontró Kalu Uche un agujero a espalda de los centrales, para asistir a Crusat. Solo, fusiló a Iker Casillas (min.14). Reacción o punto final. La hora en la que debía aparecer un líder. Cristiano lo es en el Real Madrid. Ansioso por seguir enganchado a la lucha por el título, gesticuló en exceso en errores en el pase de sus compañeros. Le perdonan todo cuando aparece en minutos de dominio local, agarra un balón alejado de la portería, cambia el ritmo, se va de todos y firma un gol al estilo Messi. Tras dejar en su camino a tres rivales y amagar con una bicicleta en carrera, soltó un zurdazo cruzado para superar a Alves (min. 27).

Valencia

El Valencia sumó tres trabajados puntos (2-0) que les consolidan como terceros en la tabla, y que suponen un paso atrás en las aspiraciones europeas del Athletic de Bilbao. El primer tiempo se convirtió en un período de alternativas. Ambos equipos dominaron por fases el juego, aunque fue el Valencia el que llevó el peso del encuentro. Se crecían por fases los de Caparrós, que a la contra y con disparos inocentes ponían a prueba a la zaga y a César. Eso sí, la maquinaria ofensiva de Emery fue ganando terreno con el paso de los minutos. La insistencia valencianista se vio transformada en diana de la mano de Silva, que en un toque de oportunismo tras un saque de esquina ponía por delante a un Valencia que lo probó en más ocasiones y siguió intentando ampliar su renta. Las cosas parecieron cambiar tras el descanso. El Athletic apareció a fogonazos (Llorente) y puso en apuros al rival, hallando siempre a César. Hasta que Silva apuntilló al Athletic y dejó encarrilada la victoria local.