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La caja negra del vuelo JK5022 del Spanair, en el que fallecieron 154 personas el 20 de agosto de 2008 en Barajas, revela las quejas en el interior de la cabina por la reparación que hicieron los técnicos de mantenimiento para solventar el calentamiento de la sonda de temperatura exterior RAT. Retiraron un relé (un fusible que transmite fluido eléctrico a la resistencia de la sonda) para evitar que volviera a subir la temperatura y dieron el visto bueno para el despegue.
«Es un parche lo que han hecho ahí», dice uno de los ocupantes de la cabina no identificado cuando se entera de que para solucionar la incidencia los dos técnicos, imputados en la causa, retiraron el fusible y aplicaron una bolsa de hielo para acelerar la bajada de la temperatura. El copiloto responde «que puede hacerse así». Las últimas conversaciones de los pilotos del aparato, divulgadas por la cadena SER, muestran la desesperación de los pilotos en el segundo y trágico intento de despegar. «Vuela el avión. Me cagüen la mar. Vuélalo, vuélalo», dice el comandante Antonio García Luna, de 38 años al copiloto mallorquín Francisco Javier Mulet, de 32 años. Después comienzan a escucharse los golpes del aparato, que se arrastró fuera de la pista hasta acabar en un arroyo. «Mierda», es la última palabra antes de que se haga el silencio total.
Por otra parte. el Sindicato Español de Pilotos de Líneas Aéreas (SEPLA) ha expresado su «profundo malestar» por las filtraciones y difusión en los medios de las conversaciones de los pilotos del avión de Spanair accidentado en 2008 en el aeropuerto de Madrid-Barajas. A juicio del sindicato, se trata de una filtración que genera una «gran desconfianza» entre el colectivo de pilotos, que aceptan ser grabados en su trabajo.