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El asesino confeso de Ana Niculai, Alejandro de Abarca, pasa las primeras horas de su regreso a prisión aislado. Por motivos de seguridad, la dirección del centro penitenciario mantiene al criminal solo en una celda de la enfermería. La medida pretende evitar que sea agredido por otros internos.
Durante los próximos días será estudiado por un equipo de la prisión compuesto por médicos, psicólogos, juristas, educadores sociales y trabajadores sociales que decidirán dónde permanecerá de forma definitiva. Durante el periodo que permaneció en prisión para cumplir su condena, de Abarca fue un preso modélico que no protagonizó ningún tipo de incidente. El preso abandonó la cárcel en verano del año pasado cuando se le concedió el tercer grado.
La juez que instruye la causa, Laura Mestre, ordenó ayer a la Guardia Civil localizar a un testigo que, al parecer también vio a la joven dentro del Audi en el que permanecía secuestrada. El testigo ubicó al asesino y a la víctima en Palma en una hora cercana a las tres de la tarde, cuando también les vio una prostituta que ahora es testigo protegido. Esta persona fue citada ayer a las diez de la mañana por la juez en los juzgados de Inca aunque finalmente no compareció. Su testimonio tendría que confirmar el recorrido de Palma a Muro que realizó el imputado con la víctima por la tarde.
La investigación también ha acreditado el origen de parte del dinero que llevaba de Abarca durante el lunes. Cuando fue detenido por la Guardia Civil, llevaba un total de 96 euros. Durante el secuestro manejó una cantidad de dinero mayor, puesto que en el taller de Lloret donde fue a arreglar el pinchazo del coche intentó pagar con un billete de quinientos que le fue rechazado.
La Guardia Civil ha averiguado que el fin de semana el detenido había cobrado dinero por unos trabajos que había realizado en Felanitx. A esa cantidad hay que añadir unos cien euros que llevaba la víctima y que los investigadores creen que le quitó.
De Abarca gastó dinero a lo largo de todo el día, tanto en gasolina, como en cerveza y droga. De hecho, en el poblado de Son Banya pudo gastar hasta 150 euros en heroína, parte de la cual inyectó a Ana Nicolau causándole la muerte.
Otro de los aspectos que la investigación busca aclarar se refiere a la huida del sospechoso, que una vez identificado pasó cinco días entre Muro y Lluc escapando de la Guardia Civil. Los agentes pretenden saber si tuvo algún tipo de colaboración durante esos días. Su hermano declaró que le echó de casa cuando le vio llegar con un coche de lujo el mismo día del asesinato, algo que confirma el propio Abarca. Sin embargo, durante su huida empleó al menos un vehículo, un ford fiesta blanco.