Los jugadores RCD Mallorca celebran un tanto frente al Real Valladolid esta temporada.

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Con la propiedad dibujando los primeros esbozos del futuro y el nombre de Llorenç Serra Ferrer monopolizando todos los titulares de la semana, el Mallorca mira hoy directamente a su punto más débil. Y lo hace por partida doble. Primero, porque juega lejos de Son Moix, donde apenas está generando dividendos desde que el curso redactó sus primeras líneas. Y, segundo, porque acude a uno de los suburbios de la Liga, al tercer equipo en descenso que visita en apenas treinta días, con el peso de las derrotas en Xerez (2-1) y Tenerife (1-0) sobre sus hombros.
El Valladolid de Onésimo, el único equipo de Primera que aún no conoce la victoria en 2010, será el termómetro de la primera crisis deportiva desde que Mateu Alemany retornó a la SAD hace ya trece meses: tres derrotas en los cuatro últimos encuentros (Nuevo José Zorrilla, 17.00 horas, PPV)
Si la palabra crisis resulta inapropiada para un equipo instalado en posiciones europeas desde que arrancó el torneo y que suma ¡13 puntos! más que hace un año -era antepenúltimo con 24 puntos a esas alturas-, el bache resulta evidente. Aquel Mallorca fiable de la primera vuelta, que ganaba en casa con la gorra y arañaba en estadios como El Madrigal, Calderón o Mestalla, sin obviar aquel triunfo en el Reyno de Navarra -su última victoria a domicilio-, se ha transformado ahora en una escuadra plana y vulnerable que parece haber perdido la magia de Son Moix y que afronta alicaida las primeras rampas de la segunda vuelta.
La depresión bermellona coincide en el tiempo con la oficialidad a la situación preconcursal que atraviesa la entidad y a las hostilidades desatadas en algunas zonas de la planta noble.
Incertidumbre institucional al margen, el partido amanece marcado por la necesidad del Mallorca de invertir su dinámica perdedora y el ansía del Valladolid por atrapar un triunfo que se le resiste desde el pasado mes de diciembre. Ni siquiera el cambio de timón -Onésimo por Mendilibar- ha alterado el destino de un equipo que el año pasado evitó el descenso en la última jornada tras un agónico empate en el feudo del Betis y que sólo ha ganado tres encuentros en toda la temporada.
En su viaje hacia la irregularidad, el Mallorca se ha ido encontrando con malas actuaciones de Dudu Aouate, Borja Valero o Aritz Aduriz, coleccionistas de elogios durante el primer tramo del curso que deben recuperar el norte.
Para la cita de hoy, Manzano pierde por sanción a Ramis y Martí, aunque recupera a Víctor Casadesús, el mejor socio de Aduriz. El mallorquín podría formar de inicio, mientras que Mario Suárez y Borja aspiran al doble pivote. Más que cambios de nombres o posiciones, el Mallorca debe recuperar su crédito para mantener encendida la llama y no caer en la monotonía.