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La abstención, superior al 50 por ciento, ganó ayer la primera vuelta de las elecciones regionales francesas, en la que el partido del presidente galo, Nicolas Sarkozy, perdió terreno frente a los socialistas, según todas las estimaciones, aún no oficiales.
Los últimos sondeos indican que el Partido Socialista (PS), liderado por Martine Aubry, conseguiría el 29,1 por ciento de los votos, mientras que la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), de Sarkozy, se quedaría con el 27,3 por ciento.
La tercera posición sería para los Verdes, con el 13 por ciento de los sufragios, y la cuarta para el ultraderechista Frente Nacional (FN) de Jean-Marie Le Pen, con alrededor del 11 por ciento.
«Una Francia dividida»
«Los electores han expresado su rechazo a una Francia dividida» y «débil», afirmó Aubry, la favorita en estos comicios, que se completarán el próximo domingo con una segunda y definitiva vuelta, y que son los últimos antes de la cita clave de las presidenciales de 2012.
Desde el Gobierno, el primer ministro, François Fillon, insistió en que todavía no está nada decidido y precisó que no se pueden sacar conclusiones a nivel nacional de la baja participación en esta consulta.
A la espera de que se difundan los primeros datos oficiales, lo que está claro es que la abstención superará todos los récords y se situará por encima del 50 por ciento, algo que los partidos consideran como un fracaso de toda la clase política.
En estos comicios, los franceses eligen, de entre 252 listas, a los 1.880 consejeros que gestionarán las regiones durante los próximos cuatro años.
Cada una de las listas debe respetar el principio de paridad (un candidato hombre y una mujer) y sólo podrán pasar a la segunda vuelta, el próximo domingo, las que consigan un mínimo del 10 por ciento de los sufragios. No obstante, las que alcancen el 5% también podrán unirse a las que hayan conseguido el límite del 10%.