Las gárgolas y la parte superior de las fachadas de sa Llonja comienzan a quedar a la vista una vez finalizada la restauración. | Pere Bota

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«Estoy muy satisfecho, todos lo que han pasado por aquí para ver la obra han dicho que ha quedado muy bien». Pere Rabassa, el arquitecto que dirige la restauración de sa Llonja, se mostraba así de contento al confirmar que la primera fase de la rehabilitación del edifico ha finalizado y que dentro de unos días, «a finales de la próxima semana», las fachadas del edificio gótico diseñado por Guillem Sagrera en el siglo XV quedarán totalmente libres de andamios. Los operarios han comenzado a quitarlos y ya se puede apreciar cómo la piedra, que estaba totalmente ennegrecida, ha recuperado color y pátina
Aún queda una segunda fase para dar por conluida totalmente la obra, fase que afecta a «la infraestructura de instalaciones» como la iluminación o la electrificación, por lo que «el público, de momento, no podrá entrar» en el edificio. Para una tercera fase, con una financiación que aún tiene que encontrar el Govern, quedarían por restaurar las esculturas de las fachadas, algunas muy deterioradas.
De momento, ha finalizado la gran obra, comenzada en 2008 y financiada por el Gobierno central y el Govern, que se ha centrado en la limpieza de las fachadas; en el interior, que estaba afectado por humedades, y en la cubierta. En esta zona es donde se han producido los mayores cambios, contestados por algunos historiadores, ya que Rabassa eliminó el tejado a dos aguas del siglo XVII y lo sustituyó por una techumbre plana, «una cubierta de teja ondulada», que toma la forma de las bóvedas, porque, según explicó, así la había concebido Sagrera y era como la querían los mercaderes, aunque sobre este punto no ha quedado constancia escrita. «Se ha respetado al máximo el proyecto de Sagrera», comentó. A partir de ahora, la techumbre de sa Llonja es una gran terraza «transitable, con unas vistas y un acabado magníficos».