Imagen de la discoteca y de los apartamentos afectados por la misma. | Alejandro Sepúlveda

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Por tercer verano consecutivo, los moradores del bloque de apartamentos situado sobre la discoteca Paladium en el bulevar de Peguera, muestran un profundo malestar por el ruido que produce la actividad nocturna de la mencionada sala de fiestas.

Sin embargo, este año el enfado de las aproximadamente 60 personas que viven en los 20 apartamentos afectados por el ruido y vibraciones de la disco, va más allá del propietario del local y también se ceba también con el alcalde Carlos Delgado (PP) y su equipo de gobierno.

Según un representante de la comunidad de vecinos, el año pasado los hechos ya fueron denunciados y la discoteca fue clausurada de manera cautelar hasta que se subsanasen toda una serie de deficiencias, la mayor parte de ellas relacionadas con la correcta insonorización del local. Asimismo, a tenor de lo relatado por el vecino a Ultima Hora, Delgado les prometió que no concedería un nuevo permiso de apertura a Paladium hasta que la propiedad no hubiera acometido las obras señaladas y, sobre todo, no lo haría sin contar con el consentimiento de los vecinos afectados.

Pues bien, pasados los meses, parece que las promesas del alcalde han quedado en agua de borrajas. Según el representante de la comunidad de vecinos, las obras prescritas no se han ejecutado, la discoteca ha obtenido una nueva licencia y persiste el ruido del local y el insomnio de los residentes.

Ante esta situación, comenta el vecino, la comunidad solicitó, el pasado lunes, entrevistarse con Carlos Delgado para volver a exponer su problemática y reprocharle el incumplimiento de sus promesas, «pero todavía no nos han dicho nada», asegura el representante vecinal, quien al tiempo se lamenta de que «parece que los ciudadanos sólo somos buenos para pagar impuestos».

Vía judicial

Lo que sí les han comunicado desde el Ajuntament de Calvià es que, para atender sus quejas deben volver a proceder, como en los veranos de 2008 y 2009, a la recogida de recogida de firmas y a tramitar una solicitud para que la Policía Local efectúe una medición sonométrica del local.

Los vecinos estudian poner el caso esta vez en manos de un abogado.