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Visto y no visto. La visita de Michelle Obama a Mallorca duró unas dos horas. La primera dama de Estados Unidos y su hija Sasha llegaron sobre las 12.30 al Palacio de Marivent y lo abandonaron, tras un almuerzo rápido con los Reyes y la princesa Letizia, pocos minutos después de las 14.00. Estaba previsto que su avión despegara de la base aérea de Son Sant Joan a las 14.30 rumbo a Washington.

Michelle y su hija, que acudieron a Marivent en uno de los Chevrolet ranchera blindados que viajaron desde Estados Unidos como parte del dispositivo de seguridad, fueron recibidas por los Reyes y la princesa de Asturias en la escalinata del palacio, donde todos juntos posaron antes del almuerzo para los 47 medios de comunicación acreditados, cinco de ellos internacionales. En principio, Sasha no iba a formar parte de esa imagen, pero, seguramente por deseo de la niña, sí lo hizo, convirtiéndose en la anécdota de la mañana. Cuando se disponía a abandonar el lugar acompañada por el Rey hasta donde la esperaba un ayudante, regresó a los pocos segundos requerida por su madre.

Cuando Michelle y Sasha aterrizaron en Palma, a las 11.50 horas, les esperaban a pie de escalerilla Alan Solomon, embajador de Estados Unidos en España; Jorge Dezcallar, embajador de España en Wasghington; Francesc Antich, president del Govern, y Ramon Socías, delegado del Gobierno. Los embajadores almorzaron cerca del palacio junto con el jefe de la Casa del Rey, Alberto Aza.

En la Isla, las Obama también se encontraron con la infanta Elena, que llegó tarde a la comida por culpa del retraso del avión en el que viajó desde Madrid, y se incorporó a la hora del café. A los duques de Palma, procedentes del Camino de Santiago, y al Príncipe, que regresaba de la toma de posesión del presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se les esperaba a lo largo de la tarde.

Como recuerdo de su viaje relámpago a la Isla, Michelle se llevó algunos regalos. Del Rey, semillas de productos de horticultura mallorquina para su huerto ecológico de la Casa Blanca, y de la Reina, collares y pulseras de artesanía local. Por su parte, Sasha hizo lo propio con unos peluches para las infantas Leonor y Sofía.