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El levantamiento del secreto sumarial sobre presuntas irreguladidades financieras en el Ibatur refleja la escasa credibilidad que para el juez y los fiscales tienen los testimonios de los principales imputados que ocuparon cargos de libre designación en la entidad pública. Así, la repetición de empresas proveedoras se justifica «en aras de la eficacia», cada directivo siempre alude a otro para justificar encargos y pagos, y el gerente Alía contrató como asesor jurídico a Bonet por ser «el marido de la prima» de su ex mujer.
En las declaraciones judiciales de Juan Carlos Alía, ex gerente del Ibatur -y el único de los imputados que permanece en prisión preventiva- constan también varias alusiones al ex conseller balear de Turisme Joan Flaquer, como responsable último de los patrocinios por valor de millones de euros al torneo de golf de Pula. Alía indica que la propuesta fue de Flaquer, y que aunque él mismo hizo un informe favorable, le parecía «un poco caro».
Consejos
También aludió Alía en su extensa declaración a otra iniciativa que atribuye a Flaquer, consistente en contratar a la entidad Over Marketing -en la diana del 'caso Gürtel' sobre financiación irregular del PP-, y ello para «dinamizar» en 2007 el estand de Balears en Fitur en «temas deportivos» como ciclismo, golf y vela.
Alía dijo textualmente en su declaración judicial que desde que cesó en 2004 como gerente del Ibatur «sólo se ha dañado mi imagen» y «no he recibido ni un duro de los políticos por comerme el marrón de Rasputín».
No obstante lo anterior, Alía manifestó a preguntas del fiscal que consideraba a Raimundo Alabern -también imputado y su sucesor en la gerencia del Ibatur- como «un amigo» que le llamaba «pidiéndole consejo, apoyo y asesoramiento», cuestiones por las que dijo no haber cobrado, aunque sí por tres trabajos de su empresa de asesoría, en dos de los cuales admitió un previo visto bueno de su interlocutor.
Confianza
Tanto Alabern como Alía han aludido en sus respuestas a los fiscales y al juez instructor a la figura del asesor jurídico Miguel Àngel Bonet como el responsable de la práctica totalidad de los documentos -«pilas» de papeles, se llega a decir- que ellos firmaron como gerentes del Ibatur, y en base a una «relación de confianza», mientras el aludido manifiesta exactamente lo contrario, atribuyendo toda iniciativa a sus jefes y dejando para sí el mero papel de receptor de sus órdenes.
En cuanto a la familiaridad depositada en Bonet, consta en la declaración de Alía que «firmaba todo lo que le llevaba dada su entera confianza en él», y al pormenorizar su relación indica que «había quedado segundo en un concurso, fue a verme por si le podía contratar porque estaba en el paro, y era el marido de la prima de mi ex mujer».
Raimundo Alabern heredó, según su declaración judicial, ese trato de fe con el jurisconsulto «en todos los expedientes».