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R.C.D. Mallorca Mallorca 0

Real Madrid Madrid 0

Primera División | Jornada 1 | 29/08/2010 21:00 | Final

Real Mallorca 0 - 0 Real Madrid

Mallorca: Aouate; Cendrós, Rubén, Nunes, Ayoze; Nsue, De Guzmán, Martí, Castro (Tomás Pina, min. 71); Víctor (Pereira, min. 60), Sergi Enrich (Cavenaghi, min. 46).

Real Madrid: Casillas; Arbeloa (Kedhira, 69), Ramos, Carvalho, Marcelo; Di María (Benzema, min. 57), Lass, Canales (Ozil, min. 57), Xabi Alonso; Cristiano Ronaldo, Higuaín.

Àrbitro: Fernández Borbalán (comité andaluz). Amonestó a Xavi Alonso, Cendrós, Cristiano Ronaldo, al banquillo del Madrid.


El Mallorca se ha quitado un peso de encima. Serio, perseverante y despojado ya de sus principales trastornos veraniegos, el equipo balear sacó anoche adelante uno de los estrenos más espinosos de su historia reciente y avaló, a pie de campo, el manual de un proyecto que arranca ente sonrisas. Pese a tener enfrente a uno de los rivales más venenosos con los que puede coincidir ahora mismo sobre un tapete, el grupo de Laudrup dio un paso al frente y maniató durante casi toda la noche a un Madrid al que se le comienza a acumular la faena. Mourinho, que inició en el cuartel rojillo la redacción de su paso por la Liga, nunca olvidará que los isleños, mucho mejor ensamblados en todos los rincones del campo, estuvieron a punto a amargarle una puesta en escena en la que nunca se sintió a gusto (0-0).

No perdió la cabeza el Mallorca a la hora de darle la bienvenida al Madrid. De hecho, se comportó incluso con más amabilidad de la necesaria y le cedió inicialmente la pelota al conjunto blanco, que empezó a gestionarla de forma torpe, con precaución y sin prisas. Los locales, mientras tanto, recularon unos metros para fijar las paredes de su defensa y casi sin quererlo sacaron a flote los problemas de creación del Mou Team , que sólo localizaron una vía de escape en la frescura de Canales y la explosividad de Cristiano. El cántabro, ofreciéndose siempre a abrir puertas, se erigió por momentos en la peor amenaza para los bermellones, aunque la nula colaboración de sus compañeros le allanó la tarea a la zaga mallorquinista, que en unos minutos ya había crecido un par de tallas. Cendrós y Ayoze habían levantado un tabique en cada orilla y tanto Nunes como Rubén controlaban al tráfico pesado que intentaba circular por el centro. Ahogado y espeso a la hora de seleccionar ss recursos, al Madrid sólo le quedaba la opción de agarrarse a Cristiano, aunque abusó sin sentido de esa alternativa. Hasta tres veces ensayó su disparo CR7 desde la frontera del área en el primer tercio del combate. Sin embargo, ni el percutor ni el punto de mira tenían nada que ver con los que utilizó durante el ejercicio pasado. Nada.

El Mallorca, que había aprobado la primera parte del examen, sufría mucho más a la hora de proyectarse en ataque y hasta el minuto 33, después de un saque de esquina, no le dio trabajo a Casillas. Se fue animando después y Castro encendió a la grada con un trallazo escorado que se fue al cielo después de pasar a muy próximo a la escuadra. En ese punto, el Madrid se había quedado sin gas y reclamaba a gritos que llegara el descanso. El Mallorca, sin la necesidad de despeinarse, le había agarrotado casi todos los músculos del cuerpo.

Laudrup esperó al cambio de acto para subir su apuesta. Apartó de la primera línea a Sergi Enrich y mandó al albero al Torito Cavenaghi, aunque éste después demostró que todavía le hace falta tiempo para integrarse en el mecanismo rojillo. El Madrid, por su parte, seguía a los suyo. Mourinho vació el cargador y además de entregarle la vara de mando a Mesut Özil, le aplicó dinamita a su ataque introduciendo a Karim Benzema. No obstante, su maniobra volvió a resultar errónea. Primero, porque ni uno ni otro respondieron a la confianza del técnico y después, porque la muralla del Mallorca parecía cada vez más insondable. Y si en algún momento se intuía una brecha, ahí estaba Aouate para taponarla. El israelí, genial en las acciones más comprometidas para su equipo, desquició a los puntas blancos y le provocó un enorme dolor de cabeza a Higuaín, que no halló nunca la forma de rebasarle.

Al ver que el empate era accesible, el Mallorca también buscó un golpe de efecto desde el banquillo. Laudrup le dio la alternativa a Pereira y refrescó la sala de máquinas con Pina. El francés no llegó nunca a romper el hielo, pero el manchego sí que abrió el abanico y a diez minutos para el cierre le puso su firma a una volea que le cortó la respiración a Casillas.