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Unió Mallorquina (UM), el partido que ayer fue apartado de sus cargos ejecutivos en la principales instituciones, ha sido el protagonista absoluto de la vida política balear desde su fundación en 1983. Ese año inclinó la balanza al PP (entonces AP) y convirtió a Gabriel Cañellas en el primer presidente de la autonomía.

Desmarcarse de sus socios en todas las legislaturas ha sido una constante de UM desde entonces. La primera discrepancia con Cañellas fue por motivos proteccionistas. La UM de la época, presidida por Jeroni Albertí, batalló junto a la izquierda y los ecologistas para proteger espacios como Es Trenc o Cala Mondragó. En 1992, Cañellas destituyó a Munar como consellera. Habían pasado diez años desde su creación y, de un modo u otro, siempre se había mantenido en el poder o en sus inmediaciones.

Inflexión

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La destitución de Munar marcó un punto de inflexión en UM. En las elecciones de 1995, y pese a que el PP de Cañellas logró mayoría absoluta (aunque se vería obligado a dimitir un mes después de ser elegido por el 'caso Túnel de Sóller'), UM pactó con la izquierda y los nacionalistas en el Consell de Mallorca y Munar asumió la presidencia de esa institución, en la que se mantuvo hasta 2007.

En 1999, el PP perdió la mayoría absoluta en Balears y UM favoreció el primer pacte de progrés. No entró en el Govern pero gestionó en exclusiva el Consell y presidió el Parlament. Surgieron discrepancias y en las siguientes elecciones UM apoyó a Matas, del que se desmarcó para volver a apoyar al PSIB en el año 2007.

UM, con todos los gobiernos ha sido un socio inevitable e incómodo. Ahora tiene manos libres.