Miquel Llabrés trabajando en su taller de Inca, en el que utiliza herramientas tradicionales. | A. Busquets

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El mueble histórico no pasa de moda. Si no, que se lo pregunten a los muchos que arquearon las cejas, pasmados, al ver que Manolo March había 'sacado' cinco millones de euros con la venta, en la casa de subastas Christie's de Londres, de un cabinet estilo Luis XIV. Piezas como ésa son excepcionales, pero la calidad y belleza de los muebles antiguos hace que algunas sobrevivan siglos. Sin embargo, otras muchas se pierden por el coste económico que supone mantenerlas. En Inca, el experto restaurador Miquel Llabrés se gana la vida devolviendo el esplendor a piezas que, en la mayoría de los casos, le llegan «en muy mal estado».

«La restauración de un mueble histórico es, hoy en día, como un artículo de lujo», reconoce Llabrés, que se formó con el artesano Jordi Ramis en Sineu. Los conocimientos deben ser amplios, ya que trabajar como restaurador implica conocer hasta 17 oficios diferentes. A saber: «Tornero, tallerista, vidriero, barnizador, forjador, cerrajero... Antes, los oficios eran muy específicos y muchos se van perdiendo», se lamenta.

Según explica Miquel Llabrés, un restaurador de muebles históricos «debe optar por una línea, un criterio. Mi proceso de trabajo se basa en una premisa: para restaurar un mueble antiguo hay que pensar como el artesano que lo creó. Hay que ponerse en la mente de quien lo hizo y respetar su forma de trabajar». En su taller no dejan de lado la maquinaria moderna, pero cuando trabajan con un mueble usan los mismos materiales originales. De hecho, Llabrés es coleccionista de maderas (tiene decenas de tipos) y de herramientas antiguas, muchas de las cuales se utilizan en su taller. «No hay que hacerlo mejor ni peor que la obra inicial. Si una mesa es rústica, hay que conservar esa esencia». Para los acabados, renuncia a los productos sintéticos, como barnices celulosos, y opta por los tradicionales aceites, ceras y gomas-laca.

Este experto apunta que su oficio es «reciente», ya que la preocupación por la restauración no siempre fue tan extendida. Por contra, reconoce que parte de su negocio sale de otras «restauraciones mal hechas».

El 'cabinet' de March

Por cierto: ¿El multimillonario cabinet de March, envuelto en polémica por haber sido subastado sin informar al Consell, vale lo que se pagó por él? «Aparte de la espectacularidad de la pieza, lo que eleva mucho el precio es que esté firmada. La mayoría no lo están, y ése sí», comenta Miquel Llabrés. «Yo sólo he visto un mueble firmado en toda mi carrera. Los artistas que construyeron estos muebles deberían estar más considerados y estudiados».

Entre las 'joyas' que han pasado por sus manos están la cajonera Carlos IV del Palau del Consell –que tiene 16 tipos de madera diferentes–, la arquilla napolitana ubicada en la entrada del Parlament, los muebles de las caputxines en Palma o la sillas del coro de Sant Francesc, en Llucmajor.