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Notaba desde hacía un par de semanas el Melilla las pisadas del Menorca, regulares, uniformes. El grupo de Olmos andaba en la madriguera a la espera de abrazar un liderato que ayer alcanzó, luego de ganar un partido bipolar ante el Cornellà. Lo ha hecho con un gran ejercicio de sagacidad, con el tino de un cirujano, amparado en un par de encuentros estupendos ante su hinchada.

El ViveMenorca ha medido todos sus movimientos hasta llegar a la cima y ha hecho cumbre justo en el momento en el que alguno de sus adversarios parece estar con el depósito vacío. Cierto es que necesitó sacar el pico y la pala para lograr un triunfo muy elaborado, exigente, pero no por ello fue menos meritorio (80-67). Y eso que el cielo se cubrió con el paso de los minutos, a medida que el Cornellà iba echando mano de su baloncesto de instituto, pero ni por esas se soliviantó el Menorca, que había tenido un arranque espectacular. Al final del tercer cuarto recuperó la agresividad y la puntería del inicio, y con eso le alcanzó para despachar a un rival que había llegado con lo justo.

Un 2+1 de Guzmán y la facilidad de Victor para jugar al poste le permitieron al equipo de Maó recuperar sus constantes vitales en la apertura del último período, al que el Cornellà llegó extenuado. Todos, salvo Rabaseda, que seguía engordando su tarjeta. El equipo de Olmos estiró la ventaja hasta hacerla definitiva (71-55), porque a partir de entonces el partido fue un tostón, un camino escarpado para llegar hasta la cima.