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El presidente de EEUU, Barack Obama, presentó ayer el nuevo gravamen que quiere imponer a la banca para penalizar sus excesos, como el cobro de «bonos obscenos», y que permitirá recuperar parte del dinero público invertido en el rescate financiero. De ser aprobado por el Congreso, el nuevo gravamen, bautizado como «tasa de responsabilidad en la crisis financiera», permitirá recaudar unos 90.000 millones de dólares en diez años y 117.000 millones en doce años, según la Casa Blanca.
El nuevo impuesto se aplicará a las 50 mayores entidades financieras que operan en el país, entre bancos, aseguradoras e intermediarios financieros, aunque quince de ellas son filiales de compañías extranjeras. El gravamen implicará, según los cálculos de los expertos, el pago de 1,5 millones de dólares por cada 1.000 millones de activos de las entidades afectadas. El 60 por ciento de la recaudación total provendrá de las diez mayores firmas financieras de Estados Unidos.
Bonificaciones obcenas
En la presentación de esta iniciativa, Obama dijo que si los grandes bancos están en tan buenas condiciones que pueden pagar «bonificaciones obscenas», también pueden devolver a la ciudadanía el dinero que los salvó del colapso. El presidente se refería al plan de rescate financiero de 700.000 millones de dólares conocido como Programa de Alivio de Activos Depreciados, que fue aprobado a finales del 2008 por el anterior Gobierno.
Dado que todo el dinero no se ha gastado, y que algunos bancos están devolviendo las ayudas, la Casa Blanca calcula que el TARP costará finalmente unos 117.000 millones, por debajo de los 341.000 millones que se calculaba el pasado verano.
El nuevo impuesto, en cualquier caso, estará en vigor hasta que se recupere todo el dinero publico invertido en el rescate de las grandes entidades financieras, así lo manifestó Obama: «Vamos a recuperar hasta el último centavo».
La propuesta de Obama coincide con un creciente descontento público por las cuantiosas bonificaciones que los bancos están pagando a sus ejecutivos, y por el hecho de que no hayan suspendido el pago de dividendos a los accionistas, en un entorno de crisis económica y alto desempleo.
«Nuestro país ha soportado la recesión más profunda en varias generaciones», dijo Obama. «Y gran parte del problema se debió a la irresponsabilidad de los bancos y las instituciones financieras». Estas empresas, añadió, «asumieron riesgos insensatos buscando el lucro de corto plazo y causaron una crisis financiera que casi sumió a la economía en una segunda Gran Depresión».