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La Audiencia de Barcelona ha condenado a penas de hasta 34 años y medio de prisión a una pareja acusada de haber entrado a robar en la vivienda de su vecina en Mataró (Barcelona), simulando que querían pedirle un limón, tras lo que acabaron asesinándola y prendiendo fuego al piso.
En su sentencia, la Audiencia impone una pena de 34 años y medio de prisión al procesado Francisco Moya por los delitos de asesinato, robo con violencia y uso de arma e incendio, de acuerdo con el veredicto del tribunal popular que lo juzgó.
A su pareja, Mónica Ayllón, le impone diez años de cárcel ya que el jurado popular la absolvió del delito de asesinato al considerar que, si bien urdió junto a su novio el asalto de la vecina, no participó en la decisión de matarla.
El crimen ocurrió en febrero de 2006, cuando los acusados planearon asaltar a su vecina, una viuda de 53 años que vivía sola y había padecido problemas de alcoholismo, lo que, añade la sentencia, la convertía en «un objetivo fácil».
Hacia las 21,35 horas, la acusada llamó al timbre de la víctima, a la que conocía por su relación de vecindad y por ser amiga de sus hijas, con la excusa de que necesitaba un limón.
Mientras tanto, el otro procesado accedía a la vivienda, escalando por el patio interior hasta la galería, armado con un cuchillo y con la cara cubierta con un gorro y un pasamontañas para evitar ser reconocido.
De esa forma, Francisco Moya acorraló con un cuchillo a la víctima entre la cama y la pared de su habitación, para obligarla a revelar su número secreto y sus objetos de valor, mientras la otra acusada simulaba no conocer al ladrón y se hacía pasar por una víctima más.
Durante el robo, la vecina descubrió la identidad de sus asaltantes, por lo que Francisco Moya decidió «unilateralmente» acabar con su vida, añade el fallo, por lo que le clavó más de veinte navajazos con el cuchillo que llevaba.
Posteriormente, la pareja registró el domicilio de la víctima, de la que se llevaron varias alhajas, dinero en efectivo, ropa de casa y comida, y prendieron fuego a la vivienda para borrar cualquier rastro de su presencia en la casa.
Días después, la acusada se presentó en la comisaría de los Mossos d'Esquadra en Mataró y confesó el robo, inculpándose a ella misma y a su compañero.
La Audiencia aplica a Francisco Moya la atenuante de drogadicción, por considerar probado que actuó en un estado mental levemente alterado por el síndrome de abstinencia y la ingestión de una considerable cantidad de tranquilizantes.