Renou Colectiu de Manacor ofreció una de las última actuaciones del fallecido Antonio Vega. | Redacción Sucesos

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Renou Colectiu (Manacor), Aprilis (Pollença), Sa Riba (Muro) o Sa Congregació (Sa Pobla) son ejemplos de entidades culturales de Balears que tienen que «pelear», -confiesa Miquel Nicolau de Renou Colectiu-, para conseguir que «el arte y la cultura sean un signo de identificación de la Isla y no únicamente de la capital balear». Se trata de un trabajo «muy duro y constante» en el que hay que «luchar cada día para salir adelante». Conciertos, teatro, cursos, exposiciones, recitales y charlas sobre temas de actualidad son varias de las actividades que llevan a cabo.
La mayoría de estas asociaciones trabajan con subvenciones que obtienen, tanto de su municipio como, en algunos casos, de la Comunidad Autónoma. «El arte y la cultura esta mucho más promovido en Palma ya sea por proximidad o contactos» explica Nicolau, con «diferencias de subvenciones bastante importantes». «El problema viene de las instituciones, que deberían buscarnos y no tener que ir detrás de ellos como si pidiéramos limosna», confiesa Nicolau.
Esta situación se repite en muchas agrupaciones, ya que, como explica Manu Perelló, de Sa Riba de Muro: «El problema que nosotros vemos desde aquí es que existen demasiadas ayudas y se han otorgado sin medida causando una institucionalización de la cultura».
Otro de los quebraderos de cabeza de estas entidades es el lugar y el espacio. Muchas de ellas no cuentan ni tan siquiera con una sede u oficina en la que trabajar y llevar a cabo sus proyectos. «Nuestra junta directiva ha pedido durante muchos años un espacio en la localidad o una sede para poder trabajar desde allí», explica Perelló. «Finalmente», continua, «con la rehabilitación de la antigua escuela graduada de Muro, hemos llegado a un acuerdo con el Ajuntament para hacer de ella nuestra ubicación fija». A pesar de esto, «todavía no nos han dado ninguna fecha de cuándo tendrá lugar esta reforma», aclara Perelló.
Otros grupos, como la Asociación Aprilis de Pollença, a pesar de contar sólo con un año de vida, ya tiene una sede en el centro de la localidad. En ella se ofrecen «cursos, charlas, conferencias, conciertos, encuentros, exposiciones, talleres y seminarios», cuenta Rodrigo Hamu, presidente de Aprilis. Con estas actividades buscan «abrir espacios de comunicación, de aprendizaje y de desarrollo personal y grupal».