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La mañana también es fría en Campos, casi gélida. Los agentes de la Unidad de Prevención y Reacción del Cuerpo Nacional de Policía (CNP) vigilan la zona boscosa de sa Vinyola donde el miércoles por la tarde fue hallado el tronco de María Elena Salcedo, y donde se supone que también se encuentran las otras partes del cadáver.
La prensa aguarda al lado de los agentes, caminando y moviéndose para combatir el frío. «De aquí para allá no podéis pasar, lo sentimos, en esta parte podéis hacer lo que queráis», indica uno de los policías educadamente a los periodistas.
De aquí para allá se refiere a la pared de piedra que separa la zona boscosa de la carretera y del parking de la urbanización que se está construyendo allí, al lado de la urbanización Paraíso, a unos dos kilómetros de sa Ràpita.
Frente a la zona boscosa donde fue arrojado el cadáver se anuncia la promoción de un complejo de 112 apartamentos de dos dormitorios. Estas viviendas están a medio hacer y, aparentemente, las obras están paradas. Detrás también se observan más casas en construcción y reina el silencio. El trajín de personas y vehículos tampoco es destacable: pasa un coche cada varios minutos y únicamente dos personas que viven en las inmediaciones han pasado por el lugar paseando al perro.
A media mañana llegan dos vehículos, uno de Policía Científica, con especialistas que han venido a la Isla desde Madrid, y otro del Grupo de Homicidios. En total, ocho investigadores. Parece que empieza a haber movimiento, pero al poco rato el cielo se nubla por completo, empieza a llover y cae una breve granizada, como si fuese el preludio de una mañana macabra. Al poco rato, uno de los investigadores, ante la inquietud de los periodistas, comenta: «Tranquilos chicos, va para largo».
La lluvia para al cabo de unos minutos y el sol aparece de forma intermitente. Más tarde empieza a haber movimiento de chalecos y algunos policías se colocan monos blancos sobre la ropa: la búsqueda de los restos es inminente.
A las 13.10 horas llega un Renault Megane beige. El acusado del crimen baja de su interior, custodiado por tres policías, con una sudadera negra con capucha con la que se cubre el rostro. El detenido, esposado en todo momento, y los agentes entran en la zona boscosa por una parte donde la pared está rota. El presunto asesino sale de esa zona hacia la carretera y va indicando que los restos están más a la derecha y a la izquierda, lo que obliga a retroceder el cordón policial.
Los agentes empiezan a buscar en tres zonas donde ha señalado el detenido. En esos puntos, en una franja de unos 300 metros de distancia, se hallan restos humanos entre los arbustos. Una media hora después el detenido vuelve a ser introducido en el vehículo y trasladado a comisaría.
Los agentes continúan buscando intensamente detrás del muro que separa la zona boscosa de la carretera, hasta las 14.00 horas. Después, varios de los investigadores se marchan en los dos vehículos con los que habían venido, y el resto se queda en el lugar, a la espera de la comisión judicial.
Pasado un tiempo, los agentes van regresando a sa Vinyola. Alrededor de las 15.30 horas llega la juez de Manacor y el fiscal, así como el vehículo de la funeraria.
Finalmente aparecen las dos piernas de María Elena y uno de sus brazos. Las extremidades se introducen en dos grandes bolsas de plástico y después se colocan en el furgón de la funeraria.
El operativo se da por concluido. La zona vuelve a quedar silenciosa y desangelada, sin pistas de los macabros hallazgos que se han producido durante la fría mañana.