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Radovan Karadzic aseguró ayer que la causa de los serbios de Bosnia era «justa y sagrada», en su alegato inicial en el juicio que se sigue en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), donde subrayó que no es «un monstruo» y que no hay pruebas contra él.
El antiguo líder serbobosnio, cuya ausencia en el inicio del juicio en octubre obligó a demorar el proceso hasta ayer, afirmó que los serbios de Bosnia nunca quisieron dejar Yugoslavia y que querían «vivir con los musulmanes», pero «no bajo su yugo en un régimen donde vulneraran los derechos fundamentales».
Karadzic, también ex líder del Partido Democrático Serbio (SDS), inició su defensa afirmando que no había comparecido «para defenderse a sí mismo», sino para defender a su «pequeña gran patria».
El acusado, que volvió a culpar a una «conspiración» internacional para llevarle al banquillo de los acusados en La Haya, explicó que nunca quiso la escisión bosnia de Yugoslavia y habló de «legítima defensa» en el marco de una guerra civil. «Queríamos prevenir el caos, introducir el orden, pero una vez se instauró (el caos) fue imposible tenerlo bajo control», aseguró.
17.000 muertes
Karadzic está acusado de once cargos de genocidio y crímenes de guerra por la guerra civil de Bosnia-Herzegovina de 1992-95. Los dos cargos de genocidio proceden de la matanza de más de 7.000 hombres y jóvenes musulmanes en el enclave de Srebrenica (1995) y el asedio de Sarajevo, que duró durante todo el conflicto y que causó más de 10.000 muertos.
Para su defensa, mencionó una conversación de la ex fiscal del TPIY Carla del Ponte en la que ésta asegura -según él- que la investigación apunta a que «parece» que sí existió la promesa de inmunidad por parte de EEUU dentro de los acuerdos de Dayton de 1995, que pusieron fin al conflicto.
Karadzic también culpó de los conflictos que siguieron al desmembramiento de la ex Yugoslavia al reconocimiento internacional «prematuro» de la independencia de Croacia, Eslovenia y Bosnia.