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Curtido en la telerrealidad de Operación Triunfo, el onubense Manuel Carrasco visitará el Auditòrium palmesano este sábado portando bajo el brazo su última producción, Inercia. Editado en 2008, el pasado año se puso a la venta una edición especial, en su proceso de presentación acumula ya más de 65.000 copias vendidas.
El intérprete se encuentra inmerso en una gira de conciertos adaptados al medio teatral, en la que «he dotado de nuevos arreglos a varios temas de mis primeros discos para darles el enfoque de Inercia».
Desde la irrupción de Quiéreme (2003), las noches de los solitarios son un poco menos desgraciadas. El debut de Manuel Carrasco se deslizaba entre susurros cadenciosos, caricias y espacios, para reparar corazones rotos con la mirilla enfocada hacia un pop meridional que emociona al máximo usando siempre lo mínimo. «Me gusta hablar de mis emociones, muchos de mis temas parten del retrato autobiográfico», asegura en cantante.
Acordes cálidos que marean suavemente en momentos como Busca por las calles o Que corra el aire, vehículos reparadores capaces de reconstruir a quienes hace tiempo pasan con ellas las noches que no pueden pasar con otra persona. Su más reciente creación se distancia tímidamente de sus orígenes, «es una evolución natural que todo artista experimenta en algún momento, he seguido dando pasos adelante y eso se refleja en mis canciones», marco que el andaluz aprovecha para desplegar un menú de arreglos minuciosos y melodías frescas capaz de alegrar el día al más escéptico de sus incondicionales. Preguntado por sus influencias, Carrasco cita a The Beatles como «la Biblia de la música pop, de ellos me nutro, pero también de Camarón».