Miles de manifestantes se concentraron ayer cerca del Capitolio para rechazar la reforma del sistema sanitario que propone Barak Obama. | Reuters - JONATHAN ERNST

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El presidente de EEUU, Barack Obama, se desplazó ayer al Capitolio para reunirse con los congresistas demócratas y arengarles en favor de la reforma sanitaria en vísperas de un voto crucial para la medida. Obama acudió a la sede del Congreso estadounidense en una rara iniciativa: normalmente los presidentes sólo se desplazan al Capitolio una sola vez al año, para pronunciar su discurso sobre el Estado de la Unión.

Pero la reforma sanitaria es la principal prioridad legislativa de Obama -quien se ha apostado su mandato a la aprobación de la medida- y no está claro, a sólo un día de la votación en la Cámara de Representantes, si los demócratas tienen en la columna de los «síes» los 216 votos que necesitan, aunque algunos de ellos señalaban que sí tenían la mayoría necesaria. El ritmo de las negociaciones ayer en la Cámara era frenético.

En domingo
Por un lado, el Comité de Reglas abordaba cómo llevar a cabo la votación, y en qué momento. Normalmente, un encuentro de esta comisión sólo interesaría a los muy iniciados, pero ayer la prensa se agolpaba a sus puertas. Según decidió finalmente el Comité, este domingo los congresistas dedicarán dos horas al debate de uno de los proyectos de ley e inmediatamente celebrarán las dos votaciones, de modo consecutivo, indicó el líder de la mayoría demócrata en la Cámara, Steny Hoyer.

Otro de los grandes centros de atención ayer giraba en torno a un grupo de congresistas demócratas católicos, que públicamente permanecen indecisos u opuestos a la medida, y de cuyo voto final -dado que la oposición republicana dará un «no» en bloque- puede decidir el éxito de la reforma.
Esta veintena de congresistas, sobre los que se espera que Obama ejerza mayor presión hoy, reclaman enmiendas que garanticen que no se destinarán fondos federales para la práctica de abortos.