Cientos de claveles y velas se acumulan en los pasillos de la estación de metro de Lubyanka, en Moscú. | Efe - MAXIM SHIPENKOV

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Los moscovitas guardaron ayer duelo por las víctimas de los sangrientos atentados suicidas del lunes en el metro de la capital rusa, mientras la policía extrema la seguridad y los políticos exigen restablecer la pena de muerte para los terroristas. El metropolitano moscovita fue virtualmente tomado por la policía y efectivos del Ministerio del Interior en previsión de posibles nuevos atentados y para infundir seguridad a los millones de viajeros.
Los atentados causaron 39 muertos y 73 heridos, varios de ellos en estado muy grave, según los últimos partes oficiales. Según el Servicio Federal de Seguridad (FSB), la investigación indica que los atentados fueron organizados por grupos islamistas del Cáucaso Norte de Rusia y perpetrados por mujeres kamikaze, coloquialmente llamadas «viudas negras» por ser en su mayoría familiares de guerrilleros abatidos por los servicios secretos.
Venganza
Las autoridades consideran el ataque terrorista un acto de venganza de los extremistas islámicos por la eliminación en los últimos meses de varios importantes cabecillas de la guerrilla. El Ministerio de Exteriores ruso apunta a la posible participación de miembros de la insurgencia afgana y desde el Kremlin se sospecha de milicianos de Al Qaeda.
Mientras, la comisión de Justicia y Asuntos Legales del Senado ruso anunció que estudiará la imposición de la pena de muerte a los terroristas, para los que la legislación actual solo prevé como máxima pena la cadena perpetua. «Si ocurren crímenes tan horribles como éste, debemos proponer a la sociedad otra variante de castigo penal, para que la gente que planee un atentado sepa lo que le espera», declaró Anatoli Liskov, jefe de la comisión.
La prensa acompañó sus reportajes sobre la tragedia del metro con amargos comentarios que constataron la impotencia de las fuerzas de seguridad y el fracaso de la política del Kremlin en el Cáucaso. El presidente ruso, Dmitri Medvédev, exigió a su vez al Gobierno que cree unas condiciones de vida dignas en el Cáucaso con el fin de sacarlo del atraso y ofrecer a la población una alternativa a las armas, para que la guerrilla no pueda reclutar jóvenes a sus filas.