Gregorio Manzano. | M. Manzano

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La calculadora está en marcha. El Mallorca, que vuelve a recorrer los últimos kilómetros de la Liga con la ambición de renovar su pasaporte, ha empezado a echar cuentas para calibrar sus posibilidades. Europa comenzó siendo una anécdota, se transformó con el tiempo en un sueño y ha acabado convertida en un serio objetivo. Y aunque a los isleños les quedan todavía por subir las rampas más duras del campeonato, tienen a los números de su lado. Desde que volvió a leventar el campamento entre los grandes (temporada 1997-98), la escuadra de Son Moix casi siempre ha cosehado un botín notable. En ese tiempo, la media de puntos que ha capturado en las últimas ocho jornadas asciende a casi quince (14,8), que unidos a los 48 actuales comprondrían un aval más que suficiente para volver a las competiciones exteriores.
En el vestuario bermellón ya nadie esconde la ilusión por completar el trabajo que empezó a gestarse en agosto. A finales de verano, el Mallorca abría el torneo doméstico ante el Xerez y desde ese instante siempre ha vivido flotando entre la cuarta y la sexta posición de la Liga. Al principio, nadie le daba importancia. Ahora, en cambio, toda la caseta y el cuerpo técnico permanecen atentos a los movimientos del Athletic, el Villarreal o el Deportivo. Todos quieren saber qué han hecho en sus respectivos encuentros y nadie olvida que Sevilla y Atlético de Madrid aún deben disputar una final de Copa que también puede tener consecuencias en la futura parrilla europea.
Lo cierto es que echando la vista atrás el grupo de Manzano tiene motivos para sentirse seguro. Por un lado, porque los números del Mallorca en casa son demoledores. Y por el otro, porque la escuadra balear se siente especialmente cómoda cuando se le exige un último empujón. De hecho, en dos temporadas concretas (2000-01 y 2003-04, ambas con Luis Aragonés en el banquillo) no hubo ningún otro equipo que sumara más puntos en las últimas ocho representaciones. Sólo en una ocasión (2001-02) la colecta bajó de la decena de puntos y el equipo tuvo que agarrarse a un milagroso final para salvar la cabeza.
Precedentes
Con Manzano en el área técnica el Mallorca también ha rodado algún final de película. El más destacado de todos fue el de 2008, en el que Güiza se puso la Bota de Plata gracias a las asistencias de tipos como Jonás, Arango, Basinas o Ibagaza. En aquella ocasión, el equipo llegó tarde y se quedó sólo a unos centímetros de clasificarse para disputar la UEFA, pero ahora parece mentalizado para echarle el lazo.