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Los faros de Mallorca podrían albergar hoteles, restaurantes o zonas comerciales si prospera la modificación de la Ley de Puertos que promueve el Gobierno, en la que una enmienda de los socialistas plantea la reconversión de las viviendas anexas. Sería un nuevo intento por dar un uso a las torres costeras que irremediablemente se deterioran por el abandono que padecen tras la desaparición de sus vigilantes.
La ley de 2003 ya lo preveía, pero era bastante más restrictiva, por lo que sólo el 25 por ciento de los 187 faros de España tienen una utilidad pública, según publicaba ayer El País. En el litoral de Mallorca, hay 15 faros operativos en estos momentos, pero sólo en cinco las instalaciones anexas están siendo aprovechadas para otros usos que no sean la transmisión de señales marítimas.
Utilidad
El faro de Formentor es el único donde hay un servicio de bar desde hace años, y recientemente el PSM propuso prolongar la ruta de Pedra en Sec hasta este enclave y la posibilidad de que se habilitará un pequeño albergue. En el Cap Salines, un acuerdo de la Autoritat Portuària de Balears con el Imedea ha permitido la instalación de un centro de estudios. Y en Portopí, en Ciutat, el faro está dentro de las instalaciones del puerto y alberga una exposición permanente sobre señales marítimas. Además, en sa Dragonera, un convenio con el Parc Natural, permite dar una utilidad pública a los faros de Llebeig y Cap de Tramuntana.
El resto no tiene ningún rendimiento ni turístico ni cultural, aunque no en todos sería posible la conversión que propone el Gobierno. Según la Autoritat Portuària, en Mallorca, hay cinco faros habitados: Portocolom, Punta de l'Avançada (Pollença), Capdepera, Cala Figuera (Calvià) y Cap Gros (Sóller).
Viviendas
La mayor parte de los faros se construyeron en el siglo XIX, eran gestionados por dos fareros y, como mínimo, tenían dos viviendas. En algunos, había incluso tres moradas. Son estos edificios, de una arquitectura singular, a los que el Gobierno quiere que se les dé un uso y también sacarles rentabilidad con una concesión para sufragar la conservación de los faros.
En Alcalnada ya se intentó en su día proporcionar un uso turístico a sus instalaciones, pero el proyecto no prosperó.