Pep Ramis, en su casa de Girona | CARLES DOMENEC

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La gestación del reciente Premio Nacional de Danza en la modalidad de creación al mallorquín Pep Ramis y María Muñoz, directores de Mal Pelo, tiene en las afueras de Celrà, un pequeño pueblo de Girona, su epicentro. En pleno campo, viven, trabajan y coordinan el centro de investigación L'animal a l'esquena Cos Creació Pensament. La compañía, que llena auditorios internacionales desde hace años, ha cumplido veinte temporadas.

-El veredicto del Premio Nacional reza que Mal Pelo ha abierto nuevos caminos en la danza contemporánea. ¿Cuáles son esos caminos?

-Tenemos conciencia de haber buscado siempre el significado de un lenguaje y sus límites, de experimentar al utilizar nuevos elementos como los videográficos. Siempre hemos buscado miradas diferentes sobre la escena.

-¿Aún actúan más fuera que dentro de España?

-Sí. El circuito español no está estructurado. A veces surgen bolos pero no salen a cuenta para una sola actuación. En el extranjero existen circuitos más estables y con más dinero.

-En los 20 años de Mal Pelo, el montaje L'animal a l'esquena (2001) supuso un punto de inflexión.

-Hasta L'animal a l'esquena entrábamos en una utilización más clásica del teatro y de los personajes, con elementos narrativos muy concretos. Después empezamos a usar espacios más blancos, sin esconder nada. Los personajes se hicieron más distantes y pasamos a un trabajo más conceptual y literario. Es un período más cinematográfico del lenguaje, con una narración menos lineal. Aparece el vídeo. Hay un fondo blanco para proyectar y cuando entra la luz, la escenografía se retira.

-En el espectáculo He visto caballos coincide de nuevo con María Muñoz en el escenario después de cerca de siete años. ¿Qué aporta cada uno?

-María tiene un lenguaje corporal muy destilado. Yo tengo un conocimiento de la escena más actoral. Yo nunca tendré la fuerza que ella tiene bailando. Nuestra formación es diferente. Son dos miradas que se acompañan y se balancean.

-En escena recurre a su lado femenino y María se masculiniza.

-Siempre hemos jugado a los tópicos del género. El terreno de los estereotipos masculino y femenino es un terreno interesante a nivel teatral. María tiene un cuerpo muy musculado y yo recurro a los detalles pero, a veces, de eso sólo eres consciente desde fuera.

-Sus proyectos están llenos de referencias animales. ¿En qué se parecen los animales a los bailarines?

-No se parecen, somos animales. Hay formas de hacer que están escondidas por la cultura pero seguimos teniendo los mismos instintos. Estas pulsiones existen, tenemos información genética antigua. Educamos el cuerpo con patrones que se pueden estudiar. Si eres capaz de jugar con estas herramientas, entonces tienes más recursos en escena.

-Es decir, se dedican a observar.

-Observar es una palabra clave. Se trata de darse cuenta en el otro de algo que también es tuyo, como un espejo. Cuando reconoces un patrón ya puedes deconstruirlo y trabajar con él.

-Está a punto de empezar un proyecto con el actor Eduard Fernández.

-Será un espectáculo de creación sobre la dualidad que representaremos en el Teatre Lliure de Barcelona. Es posible que actuemos en el Festival Temporada Alta de Girona y en Madrid. Eduard Fernández y yo siempre nos hemos admirado mutuamente y somos parecidos físicamente. Supongo que él tiene lo que a mí me gustaría tener y viceversa.

-¿Qué otros proyectos de Mal Pelo podrán verse en este ya estrenado año 2010?

-Estamos aprovechando los bolos que van saliendo. De momento, giraremos con los espectáculos Atlas, Bach, He visto caballos y, quizás, también con Testimoni de llops. En octubre, María presentará un nuevo solo, coproducido por Canadá y Temporada Alta. Pensamos en exposiciones, pero también nos toca descansar. Este año representamos en el Mercat de les Flors (de Barcelona) ocho montajes durante quince días. Pasar por todos esos espectáculos en dos semanas fue recorrer nuestra vida escénica y nos situó. Aún lo estamos digiriendo.